
(Escrito el 19 de enero del 2008)
ras QUINCE (15) AÑOS años de trámite en el Congreso Nacional se ha despachado la importante ley que tiende a preservar el Bosque Nativo y a fomentar el uso sustentable del mismo. La ley contempla normas de protección ambiental y obliga a presentar un plan de manejo de cualquier corte del bosque. Crea, además, un Consejo Consultivo del Bosque Nativo, que atenderá a la aplicación de la ley, entre otras atribuciones.
En este caso no podríamos decir -como en el tango- que quince años no es nada. En este largo periodo de reflexión y trámite parlamentario mucho bosque nativo se continuó explotando de modo irracional y sería una gran suerte que las especies más codiciadas económicamente subsistan en la mayor parte de sus habitat originarios.

En tiempos del Gobierno Militar tuve la oportunidad -a veces la obligación moral- de dirigir tres instituciones que, por definición, pertenecían en el país al mundo de los excluidos. Junto al peligro que ello implicaba hube de deambular por agencias de financiamiento de los países democráticos que apoyaban la supervivencia de una Academia al interior de nuestro país que elaborara un pensamiento progresista en el marco de la dictadura y con ello mantuviera algunos cuadros intelectuales al interior de Chile toda vez que la dirigencia política estaba, en su mayoría, en el exilio. Los países que otorgaron ayuda para la actividad intelectual a esas instituciones ante los cuales, en todo o en parte, me tocó gestionar financiamiento para proyectos fueron Inglaterra, Suecia, Dinamarca, Canadá, Alemania, Italia y Holanda. A veces fueron órganos estatales, otras veces fueron ONG´s, otras veces organizaciones sindicales.
Cuando llegan los años del recuento e introduzco los avatares personales y familiares, y reviso la lista de personas y personajes con los cuales hube de colaborar, trabajar o negociar. Cuando llegan los años del recuento y observo adonde hemos llegado como sociedad. Cuando llegan los años del recuento, entonces,
me pregunto si no hubiese vivido más tranquilo y feliz al cuidado de las aves, los animales y los árboles de un bosque.
Por desgracia nunca supe donde aprender el oficio de guardabosques. Tampoco hubo un bosque en mi cercanía. Quizás ahí hubiese escrito un libro de poemas, al convivir con el canto de los pájaros, con el batir de las ramas de los árboles saludando el paso del viento, y con la sigilosa movilidad de los pequeños insectos.
Para mí personalmente habría sido muy importante que nuestra sociedad se hubiese preocupado muchos años antes de nuestros bosques. Después de haber recibido dos títulos profesionales de la Universidad de Chile, un post grado académico en un organismo internacional y de haber hecho estudios de especialización en Estados Unidos, he llegado a la conclusión, ya tardía, que mi vocación estaba en el oficio de guardabosques. Ni en la pedagogía en Filosofía, ni en la Orientación Profesional, ni en la Sociología. Esta última disciplina me condujo por los variados caminos de la docencia universitaria, de la investigación sociológica, la dirección de instituciones de investigación y capacitación y reflexión socio-políticas, los seminarios académicos a través de numerosos países, las conferencias en diversas universidades latinoamericanas y europeas, las publicaciones en revistas especializadas, en libros, antologías y diarios nacionales, el empleo en Universidades, Sociedades de Profesionales, ONG's y Organismos Internacionales. También al contacto con importantes académicos y políticos. Incluso a una experiencia europea de cuatro años en la diplomacia. Experiencia que fue grata a pesar de profundizar el escepticismo natural de quienes han estudiado Filosofía alguna vez en su vida.
En tiempos del Gobierno Militar tuve la oportunidad -a veces la obligación moral- de dirigir tres instituciones que, por definición, pertenecían en el país al mundo de los excluidos. Junto al peligro que ello implicaba hube de deambular por agencias de financiamiento de los países democráticos que apoyaban la supervivencia de una Academia al interior de nuestro país que elaborara un pensamiento progresista en el marco de la dictadura y con ello mantuviera algunos cuadros intelectuales al interior de Chile toda vez que la dirigencia política estaba, en su mayoría, en el exilio. Los países que otorgaron ayuda para la actividad intelectual a esas instituciones ante los cuales, en todo o en parte, me tocó gestionar financiamiento para proyectos fueron Inglaterra, Suecia, Dinamarca, Canadá, Alemania, Italia y Holanda. A veces fueron órganos estatales, otras veces fueron ONG´s, otras veces organizaciones sindicales.
Cuando llegan los años del recuento e introduzco los avatares personales y familiares, y reviso la lista de personas y personajes con los cuales hube de colaborar, trabajar o negociar. Cuando llegan los años del recuento y observo adonde hemos llegado como sociedad. Cuando llegan los años del recuento, entonces,
me pregunto si no hubiese vivido más tranquilo y feliz al cuidado de las aves, los animales y los árboles de un bosque.
Por desgracia nunca supe donde aprender el oficio de guardabosques. Tampoco hubo un bosque en mi cercanía. Quizás ahí hubiese escrito un libro de poemas, al convivir con el canto de los pájaros, con el batir de las ramas de los árboles saludando el paso del viento, y con la sigilosa movilidad de los pequeños insectos.
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