1.-
Las desigualdades son, actualmente, un tema de preocupación global. Las desigualdades social/económicas
en las sociedades nacionales modernas son una realidad que se expresa en
numerosos y variados aspectos de la vida social. La comprobación de que ellas
están aumentando, en especial en materia de ingresos, tanto en los países
desarrollados como en los más pobres ha llamado la atención tanto de cientistas
sociales, como de políticos y de la opinión pública. Ello sucede en países que
tienen diferentes sistemas políticos y económicos, como en Asia (China, India y
otros), Europa, USA, África y América Latina.
2.- En las reflexiones en
torno a la igualdad y la desigualdad, como categorías antropológicas, se
observa una distinción en su tratamiento de parte de los autores que
políticamente podrían adscribirse a un pensamiento de izquierda o de derecha.
Los primeros tienden a pensar que los seres humanos son más iguales que
desiguales, en tanto que los segundos se inclinan por considerar que ellos son
más desiguales que iguales. De ahí derivan consideraciones más específicas
acerca de la organización social y económica. Sin embargo, de esta discusión
está claro que los seres humanos son iguales en algunos aspectos y desiguales
en otros. También existe conciencia de que a fin de que prevalezcan los valores
de libertad, bienestar y paz, es conveniente favorecer acciones que tiendan a
generar condiciones sociales y económicas de mayor igualdad. Eso lo aprecian las
sociedades más civilizadas sin, por ello, desconocer la existencia de las
individualidades que aportan cuotas de desigualdad.
3.-
Dada las numerosas y la muy variadas realidades en que las desigualdades
social/económicas suelen expresarse en las diferente sociedades, es conveniente
indicar que el ideal de “la igualdad en todo” es uno muy difícil de alcanzar.
En la historia de la humanidad se ha probado que, aparte de grupos pequeños,
los esfuerzos por eliminar las desigualdades han sido inútiles cuando no
contraproducentes. El ideal igualitario en las sociedades modernas procura
solamente atenuarlas. Actualmente nadie (casi) plantea “la igualdad de todos en
todo”. Se reconoce que los seres humanos comparten una base común, la de la
especie, pero que cada persona tiene, además, características singulares que lo
identifican como individuo. La agrupación social a la que pertenece cada
persona debe respetar tanto la base común como la individualidad. Una meta
maximalista sería especialmente utópica, sobretodo en las sociedades del
capitalismo moderno, que están organizadas de un modo marcadamente
estratificado.
4.- El interés por la
igualdad en las democracias occidentales se remonta a la Revolución Francesa,
la que puso en paralelo liberté con égalité. El tema general de la igualdad,
en la perspectiva antropológica, filosófica y política, se remonta a los
clásicos de la Grecia antigua. Reflexiones contemporáneas sobre la dicotomía
igualdad/desigualdad pueden verse en Norberto Bobbio; Derecha e Izquierda. Razones y significados de una distinción política;
Madrid: Taurus; 1996. Acerca de las relaciones entre igualdad y libertad se
puede consultar Ralf Dahrendorf; Sociedad
y Libertad; Madrid: Editorial Tecnos, 1966. Ambos con extensas referencias
bibliográficas.
5.- Un reciente estudio, con perspectiva histórica,
sobre la tendencia del capitalismo desarrollado a la desigualdad, con una
extensa base estadística, se encuentra en el libro de un economista francés.
Véase; Thomas Piketty(en la foto); Capital in the Twenty-First Century; Harvard University Press;
April 2014. Traducción del francés por Arthur Goldhammer. Título en la versión
original: Le Capital au
XXI siècle. El autor describe las grandes dinámicas que
manejan la acumulación y distribución del capital desde fines del siglo 18 a la
fecha, en 20 países.
Una conclusión, de carácter general de este trabajo de investigación,
advierte que la “concentración extrema de los patrimonios amenaza los valores
de la meritocracia y de la justicia social de las sociedades democráticas”.
Otras palabras del autor: “Las desigualdades siempre han sido una fuente de preocupación, pero lo nuevo en este libro es que
reuní una gran cantidad de datos históricos. Hasta hace poco, había
relativamente pocas pruebas”.
Según el Premio Nobel y
columnista de The New York Times, Paul Krugman, el libro de Piketty
“revoluciona nuestra manera de abordar las disparidades económicas poniendo a
los ricos en el centro del debate”. “Al anunciar la llegada de un ‘capitalismo
patrimonial’, esta obra va a cambiar la manera en la que pensamos nuestra
sociedad y la economía”, sostiene Krugman en New York Review of Books.
Sin duda una investigación histórica como ésta, que prueba no sólo la
existencia de las desigualdades, sino también su amplitud, constituye una
poderosa motivación para generar políticas públicas tendientes a disminuirlas.
El autor aboga por aumentar fuertemente los impuestos a los ricos. Sin embargo,
es obvio que no es posible aplicar iguales políticas en países de diferentes
niveles de desarrollo. El estudio de cada sociedad nacional es indispensable
para el diseño de acciones eficaces tendientes a disminuir las desigualdades en
los distintos planos en que ella se presenta.
6.- En el momento actual
conviene informarse y estudiar las diversas medidas que en diferentes países se
están proponiendo o están ya en práctica a fin de disminuir esta tendencia
natural del mercado, que acentúa las desigualdades económicas de las cuales se
desprenden aquellas que llamamos “oportunidades de vida”. El mercado por sí
mismo, en el actual esquema económico, sólo las exagera no las corrige. Y la
globalización las ha expandido a una escala planetaria. Es por ello que en un
informe de Oxfam al Foro Económico Mundial de Davos, se advierte que pronto
viviremos en un mundo donde la igualdad de oportunidades será sólo un sueño.
Informe titulado Oxfam: 85 richest people as wealthy as poorest half of the World; theguardian.com;
20 de febrero 2014.
7.- En el
contexto del esquema económico dominante actualmente, hay quienes tienen una
visión pesimista la que pudiere ser, en muchos países, realista. Así, por
ejemplo, el autor Jeremy Seabrook
en The Race for Richess: the Human Costs
of Wealth; Basingstoke: Marshall Pickering, 1988; pp.168-169 dice:
"Los pobres no viven en una cultura diferente de la de los
ricos. Deben vivir en el mismo mundo creado para beneficio de los que tienen
dinero. Y su pobreza es agravada tanto por el crecimiento económico como por la
recesión y la falta de crecimiento."
Ésta no es una visión muy popular
para tiempos de cambio de gobiernos, donde el optimismo tiene, obviamente, más
crédito. Sin embargo, hay que tenerla en cuenta para calibrar con especial
cuidado las dificultades que cualquier propuesta igualitaria encontrará en el
camino.
8.-La preocupación por las desigualdades debe abrirse
a otras áreas, aparte de la distribución del ingreso. Ello ha ocurrido en los
últimos años en numerosos países con la desigualdad en el campo de las
orientaciones sexuales y, en menor medida, en el área de los pueblos indígenas
y su relación con la sociedad mayor. Sin embargo, en varios otros aspectos se
han realizado avances modestos tanto en el estudio como en políticas públicas.
Ello acontece en las áreas de las relaciones laborales, la familia, el acceso
a la salud, a la educación, el ámbito territorial y otros.
Una
de los áreas en que las desigualdades se expresan con gran fuerza es la
territorial. No solamente las tremendas diferencias que se aprecian en América
Latina entre las ciudades capitales y las otras, sino también al interior de
cada localidad, incluyendo la megaciudad capital.
En
las urbes mayores de nuestros países el territorio está segregado según
criterios socioeconómicos. En Santiago de Chile, por ejemplo, la ciudad se ha
estructurado de modo que en el “barrio alto”, al oriente, viven los ricos y los
cuasi ricos. En las comunas periféricas, al poniente, viven los pobres. Dado
que estos dos grupos están alejados por la geografía, pero se necesitan para su
subsistencia, surgen los problemas del traslado. Miles de personas viajan
varias horas al día para ir de la casa al trabajo y viceversa. La ciudad no se
constituye como una unidad coherente ya que ambos sectores difieren enormemente
en la infraestructura que hace posible una determinada calidad de vida en estos
barrios. Para referirse a situaciones como ésta decía el filósofo barcelonés
Xavier Rubert de Ventós: “En un mundo de diferencias tan grandes no puede
crecer una ciudad. En un mundo que se muere de hambre y otro que se muere de
colesterol, la ciudad no es posible”.
9.-
Dado que el tema es más amplio que el de las meras desigualdades de ingresos
algunos países han creado reparticiones públicas que se preocupan de él. Es el
caso, por ejemplo, del Estado italiano y su Ministero
per le pari opportunité, el Ministerio para la Igualdad de Oportunidades,
cuya estructura administrativa es el Dipartimento
per le pari opportunité que asiste al Ministro en la preparación de las
propuestas de leyes gubernamentales, en las intervenciones de coordinación de
los diversos organismos y en la representación ante los organismos
internacionales. También en Suiza existe un organismo público de carácter estatal
y cantonal encargado de la promoción de la igualdad. Como sucede en muchas
otras democracias la Constitución federal suiza consagra la garantía de los
derechos fundamentales y el derecho de igualdad entre los individuos. Ello es
muy importante ya que el régimen político consagra el referéndum popular
facultativo para la legislación, tanto a nivel federal como cantonal.
10.- Una política más amplia destinada a enfrentar
las desigualdades en los diferentes aspectos de la vida social, más allá de los
ingresos, requiere de iniciativas complejas y permanentes, tanto del Estado
como de la sociedad toda. Ello reforzaría los logros obtenidos en el último
cuarto de siglo, a la vez que los ampliaría a diversos otros aspectos de la
realidad social. Uno de ellos es el importante tema de los valores culturales
elitistas y segregacionistas que impregnan la convivencia de las diferentes
clases, estratos, y grupos de amistad y ayuda mutua que estructuran la realidad
social, política y económica, especialmente en los países en desarrollo, como
los de América Latina.
Por otro lado, hay que señalar que todas las
políticas sociales exitosas ayudan a este propósito, en especial aquellas
destinadas a eliminar la pobreza y la pobreza extrema, así como las políticas
específicas de educación, salud, vivienda, empleo, previsión social.
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