martes, 17 de octubre de 2017

Temas a considerar en tiempos de elecciones. MBR

                                
                                                                     
1.- Nuestra tradición nacional es que se articulen y se propongan programas gubernamentales durante el proceso eleccionario. Pero en ese proceso es imposible prever los imprevistos que se presentan tanto con las cada vez más frecuentes catástrofes naturales y, sobre todo, con los cambios tecnológicos, científicos y sociales que actualmente se caracterizan por ser más numerosos y también de frecuente ocurrencia. Si los líderes políticos no están enterados, como es posible que ocurra, se produce un rezago entre sus percepciones y la realidad. Por ello en lo que sigue se mencionan algunas áreas en las que deberíamos como país poner atención, en la opinión del suscrito.

2.- Una contradicción a resolver en forma equilibrada es: ¿Cómo conciliar una visión del desarrollo del país de mediano o largo plazos con la necesidad de solucionar los actuales problemas urgentes de la población? Respecto de estos últimos en el país se ha producido una suerte de consenso en cuanto a su identificación. Se difiere en las soluciones. Son los temas de delincuencia/drogas, salud, educación, empleo/sueldos, descentralización, desigualdad y corrupción; los principales. Respecto de ellos la población los ve como necesarios de ser resueltos desde ya. Aquí y ahora (hic et nunc). Pero una visión de plazo mayor es también necesaria. Y se debe conciliar lo uno y lo otro. Por ejemplo: se ha propuesto bajar las emisiones contaminantes en un determinado porcentaje en Chile al año 2050; pero hoy día niños y adultos mayores enferman y mueren por un ambiente contaminado.  Para plantear metas futuras y lograrlas se requiere que la sociedad y sus dirigentes tengan, primero, el control del presente.

Nuestra institucionalidad poco ayuda a dar cuenta de esta necesidad. Tanto el corto periodo presidencial como el relevo que se produce en el aparato del Estado después de cada periodo presidencial presionan a poner el acento en los temas inmediatos. Hay que considerar que en nuestra época el futuro está marcado por cambios aún mayores que los ya experimentados. Por otro lado, los motores que los dinamizan escapan a nuestro control. Son, por un lado, la creación científica y la innovación tecnológica. Y, por el otro, la opinión pública. Los primeros no tienen patria, ocurren en distintos lugares. Su aplicación económica y comercial están fuera del control de los países individuales. Por ello aparecen como locomotoras que arrastran a su paso con industrias, comercios y hábitos de la vida económica local y de la misma vida social. Tal como hemos visto en Chile con las TICs, las tecnologías de la información y de las comunicaciones. En cuanto a la opinión pública, si bien es cierto que su influencia mayor ocurre a nivel nacional, posee una creciente capacidad para erigirse, en el mundo democrático, en una institución dominante, traspasando fronteras.  Lo hace en la misma medida en que avanza el actual proceso de desinstitucionalización, que tiene como fuentes a la deshonestidad y, consecuentemente, a la desconfianza, un sentimiento extendido en la sociedad del Siglo XXI.                  


3.- Para enfrentar los actuales desafíos es imprescindible conciliar la acción política con el necesario “expertise” para encarar los cambios con políticas públicas. La dificultad nacional emana de la distancia que existe entre los que toman las decisiones políticas y los profesionales, científicos y técnicos que poseen el conocimiento. El punto es que el campo de reclutamiento de las autoridades gubernamentales, de los ejecutivos de las empresas públicas, de los miembros de los Consejos de empresas en que el Estado tiene representación está constituido por los partidos políticos de la coalición de gobierno. Y en el caso de las empresas privadas por las familias que poseen grandes fortunas. Es decir, la calidad y la idoneidad de los cientos de autoridades cuyos nombramientos realizan los gobiernos depende de la calidad e idoneidad de los militantes de los partidos. Es la partidocracia.  Habitualmente este término se usa para caracterizar aquella forma de Estado en que las oligarquías partidistas asumen la soberanía efectiva. De modo que aún al interior de los partidos la ocupación de altos cargos se da dentro de una acotada nómina de militantes políticos. Con el alto desprestigio de los partidos es difícil que los mejores profesionales, técnicos y científicos, se interesen por incorporarse a ellos. Solo lo hacen los que tienen una acendrada vocación de servicio público y las características de personalidad que ese rol requiere. En la economía privada debido a la existencia de monopolios y oligopolios las decisiones que afectan a sectores importantes de la economía quedan a la voluntad de pocos individuos. Sólo instituciones estatales solventes pueden poner límites y encauzar con prudencia y firmeza esas voluntades.
En la actualidad la existencia de un sistema de partidos con una institucionalidad potente e idónea es una necesidad prioritaria. Ella permitiría enfrentar los desafíos que surgen, por un lado, de la evolución de la ciencia, la tecnología, el medio ambiente y, por otro, de las demandas de la sociedad. Ya que los partidos políticos bien constituidos son indispensables en las sociedades democráticas. De lo contrario el populismo, la demagogia, las ambiciones personalistas, la incompetencia frustrarán las posibilidades de todo progreso.

4.- Es notoria la desconexión de la investigación científica (universitaria en la mayor parte) y las organizaciones públicas y privadas, económicas y de servicios. También lo es la invisibilidad del quehacer científico universitario para la opinión pública. ¿Cuáles son los temas de preocupación?; ¿Qué conexión tienen con la realidad nacional?; ¿Las empresas públicas y privadas se benefician con ese trabajo?; ¿Dan lugar esos estudios a innovaciones útiles para la economía y el bienestar social?;¿Cuántas patentes de innovaciones significativas se registran al año? La vinculación de la investigación científica con las políticas públicas y con las empresas podría rendir excelentes resultados en beneficio del desarrollo económico y social del país. El aporte potencial de las Universidades y otros centros de investigación científica rebasa el marco de la mera formación de profesionales calificados. La actualización de ese potencial es perentoria. La creación de vías de integración entre Estado, empresas e investigación científica a lo menos en áreas estratégicas de nuestro desarrollo es indispensable. Algunos de nuestros centros de investigación hacen contribuciones importantes en su campo de especialización en ciencias básicas, en medicina, en economía, en humanidades. Sin embargo, son centros que en el país están aislados, carecen de mecanismos de interrelación con otras entidades educacionales, con empresas económicas, con instituciones estatales, lo que no facilita la difusión y comercialización de ideas valiosas. Más que poner el acento en crear instituciones esos centros debieran asumir mecanismos de interrelación: encadenamientos de investigación, innovación, producción, financiamiento, marketing, educación y más. Es una interdependencia funcional que aplicada a la producción económica fue denominada por el Profesor de Harvard Michael Porter, como “clusters”.
Una institución distinta de esos centros sería de utilidad si estuviese capacitada para relacionar los diversos resultados emanados de ellos en un nivel de amplitud mayor.
Vías diferentes son las que instituciones educativas debieran establecer con empresas públicas y privadas a los fines de una mayor interacción para los efectos de la formación de los recursos humanos en los distintos niveles de calificación.

5.- El país debiera ya estar alerta acerca de lo que los expertos en el tema de la innovación tecnológica vaticinan para un futuro próximo. Es lo que se ha dado en llamar la cuarta revolución industrial, cuyos artífices principales serían actualmente: las nanotecnologías, las neurotecnologías, los robots, la inteligencia artificial (AI), la biotecnología, los sistemas de almacenamiento de energía, los drones y las impresoras 3D. Vaticinios que en algunos países ya se trabaja para concretarlos. Ejemplos de lo anterior es el desarrollo de los robots en Japón, de los drones en Estados Unidos y otros países, el despliegue de la utilización de las impresoras 3D, los proyectos fabriles de alta tecnología en que se trabaja en Alemania, entre otros. En el ámbito industrial se trata de la automatización total de la manufactura. Las fábricas serían verdaderamente inteligentes. En un sector tan alejado del industrial como el legal estas tecnologías también están penetrando. Véase al respecto el artículo “Inteligencia Artificial y Big Data cobran fuerza en estudios de abogados internacionales” (Diario Financiero, versión Online, 5 de octubre de 2017) Y, claro, los drones ya están participando en labores de vigilancia en Santiago detectando el micro tráfico de drogas en las comunas del sector oriente de la ciudad. Lo dramático es lo que en el Foro Económico Mundial se ha señalado. Estos cambios que se avecinan significarían la pérdida de cinco millones de empleos en los quince países más industrializados. Es un ejemplo de los riesgos que acarrean los cambios mayores para sociedades e individuos. Y de los desafíos que implican. ¿Cuántos empleos se perderán con la introducción de los vehículos autónomos, sin conductor, por ejemplo? En el artículo citado del Diario Financiero se informa que a nivel global las nuevas tecnologías impactarán al 15% de la empleabilidad del sector legal.
Frente a estos desafíos los países deben estar preparados. Los emergentes en Asia ya comienzan a hacerlo, no así en América Latina. Sólo los países capaces de innovar y adaptarse podrán aprovechar los beneficios que esta revolución tecnológica traerá consigo. Ello hará necesario realizar cambios no sólo en la producción sino también en la sociedad a fin de incluir al conjunto de la población en un nuevo orden económico y social. Este nuevo orden requerirá otros servicios y otras habilidades. La sana recreación, las actividades artísticas y la infraestructura para ellas, las necesidades de la tercera edad, la educación tanto formal como informal permanentes, sin límites de edad, serán demandadas en los países con políticas públicas que estimulen la innovación y premien la imaginación. Ello tenderá a mejorar la calidad de vida de todos, la habitabilidad y belleza de las ciudades, la inclusión social. De modo que el desempleo no es una consecuencia necesaria del cambio tecnológico.
El statu quo no es de esta época y tampoco lo será del futuro. De lo contrario las actuales desigualdades se llevarán a un extremo. La tarea es, como dice Klaus Schwab, fomentar “un futuro que funcione para todos al poner a la gente primero, potenciándola y recordando constantemente que todas estas nuevas tecnologías son, ante todo, herramientas hechas por las personas y para las personas” (La cuarta revolución industrial; Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial; 2016; pág.143).
El empleo del futuro será en trabajos que actualmente no conocemos, en fábricas que no existen, donde la maquinaria será coordinada con los   procesos digitales, de modo independiente de la mano de obra. Carlos Marx lo enfatizó en el S.XIX: son los medios de producción, la base material de la sociedad, los que determinan la superestructura social, cultural y política de ella. Dado que el capitalismo del S.XX ha demostrado la verdad de este aserto, debemos atender cuidadosamente a este cambio que surge en la producción material de la sociedad, gestado en lo esencial por la innovación tecnológica. Este desarrollo podría prescindir en algunos países de una gran proporción de la mano de obra actualmente existente. ¿Cómo se organizarán tales sociedades si no hay trabajo para todos?; ¿Cómo subsistirán aquellos que no tengan empleo?; ¿Habrá realmente un grupo numeroso totalmente superfluo? Desde ya los países emergentes debieran preguntarse: ¿Qué habilidades laborales se demandarán?; ¿Qué oficios y profesiones se estiman desde ya que desaparecerán en el futuro próximo? 
Respecto de la formación para el trabajo en Chile estamos al debe. Así lo ha declarado el presidente de la Comisión Nacional de Productividad. “El sistema de formación profesional en Chile no satisface las necesidades actuales ni futuras del país…tenemos que educar para la tecnología del futuro. No solo hay que asegurar que todos sean alfabetos funcionales, sino que tienen que ser alfabetos digitales” (Joseph Ramos; El Mercurio; 24 de septiembre de 2017: pág. C 6). 
Preocupaciones similares a las anteriores ha manifestado Eduardo Bitran, Vicepresidente Ejecutivo de CORFO cuando escribe: “La emergencia de tecnologías disruptivas amenaza con dejar obsoletas las formas de trabajo y de producción que conocemos” Y luego se interroga: “¿Cómo enfrentamos la revolución digital y su impacto en la producción y los servicios?; ¿Cómo nos subimos a las nuevas tendencias tecnológicas asociadas al desafío de la sustentabilidad y el cambio climático, y permitimos a su vez generar nuevas actividades económicas con un mayor componente de servicios sofisticados?” (Columna “Estado y la transformación productiva”; La Tercera; 23 de septiembre de 2017, pág.10)

6.- Chile ha tenido éxito en avanzar hacia una alta cobertura educacional en los distintos tramos etarios. Sobre este logro hay que construir para enfrentar los desafíos señalados. Todo indica que la Reforma Educacional que se necesita ahora es una radical mejora de la calidad. Si se quiere vincular esta reforma con el ideal de disminuir las desigualdades sociales y ofrecer mejores oportunidades de vida para los sectores sociales bajos y medios deberá ponerse énfasis en elevar la calidad de la educación pública desde los niveles infantiles hasta los universitarios. Eso haría de nuestra sociedad una más justa, más inclusiva y más democrática. Nuestra élite política y empresarial, de izquierda, de centro y de derecha, con pocas excepciones, se ha educado muy mayoritariamente en los establecimientos educacionales privados. Esta tendencia lejos de disminuir en las últimas décadas ha aumentado, sobre todo en la educación básica y media. En esos niveles se crean las redes de amistad que perduran de por vida. De modo que es imperativo concebir una estrategia e implementar un programa tendiente a elevar la calidad de la educación pública, si la disminución de las desigualdades se constituye en una meta nacional.

7.- Hay dos procesos sociales que contribuye a dar mayor relevancia al estado de ansiedad, incertidumbre y malestar con que los ciudadanos estamos viviendo esta nueva etapa de la humanidad: la deshonestidad y la desconfianza. Si los agentes públicos y privados-los gobiernos, las empresas, los partidos políticos, los movimientos sociales, las organizaciones multilaterales- no dan respuesta a los problemas acuciantes aumenta el temor al futuro y las instituciones pierden su pasada legitimidad, por esa falta de eficacia. La delincuencia, la corrupción, la irresponsabilidad funcionaria, la indisciplina social, la chabacanería en los medios de comunicación, el irrespeto a la autoridad y, en general al Otro (el prójimo), están coloreando con tonos crisis la convivencia nacional. En los últimos meses hemos sido testigos de numerosos eventos en los cuales han sido protagonistas prestigiosas instituciones del país en casos insospechados de corrupción y también de un aumento de la violencia delictiva.  Por otro lado, la reivindicación política y social habitualmente pone el acento sólo en los derechos de los ciudadanos. Es así como actualmente asistimos a una inflación de la reivindicación de derechos y una deflación en cuanto al cumplimiento de los deberes. Ello se facilita por la tendencia al populismo y la demagogia prontas a surgir en épocas de crisis y … de elecciones.
En épocas de cambios la confianza deviene en un sentimiento muy valioso, de modo que la superación de la desconfianza en sí mismo (el Yo), en los demás (el Otro) y en las instituciones es un esfuerzo ineludible para toda sociedad que pretenda enfrentar con éxito los actuales desafíos. (Véase al respecto el artículo “Cómo superar la desconfianza” Manuel Barrera R; chilehaciadondevas.blogspot.cl)
Entre otras medidas, corresponde implementar las recomendaciones olvidadas sobre los temas de probidad, reforma de los partidos políticos, los vínculos de las empresas con el financiamiento de la política propuestos por la "Comisión Asesora Presidencial contra los Conflictos de Interés, el Tráfico de Influencias y la Corrupción". En otra área de nuestras preocupaciones sería asimismo de conveniencia estudiar la aplicación de las propuestas de la Comisión Nacional de Productividad, Según estudios de esta Comisión la “Productividad Total de Factores” (PTF), es decir la eficiencia del trabajo y del capital, a nivel agregado, se ha desacelerado persistentemente en los últimos 15 años. Es un tema que no se puede obviar.
En la campaña electoral se ha propuesto, entre otras, como meta del país el logro de un crecimiento económico sustentable. Para ello se indica que se deben mejorar tanto las cifras del empleo como de la inversión. Al mismo tiempo se postula la necesidad acrecentar el llamado capital humano y la productividad. ¿Cuáles serían las políticas a implementar para alcanzar estos logros? A estas alturas de la campaña no se han enunciado claramente los mecanismos para alcanzar esas metas.
Un crecimiento económico sustentable en un escenario de innovaciones tecnológicas y cambios sociales de la magnitud como los que están en gestación requieren de un ecosistema valórico y cultural (motivaciones, expectativas, actitudes, hábitos, comportamientos) compatible con las conductas a que esas innovaciones y cambios obligan. De modo que hay que pasar del plano de las declaraciones al práctico: poner el hilo en la aguja.   
Santiago, octubre de 2017

Agradecimientos: A Gunther Borocheck, Profesor de la Universidad de Harvard, por haber leído el borrador y por sus valiosas observaciones.

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