miércoles, 13 de julio de 2016

COLUMNISTA EN LA PRENSA. MB

Como estudiante en el colegio secundario inauguré la costumbre de escribir artículos con fines de difusión de ideas. En el liceo se publicaban en el diario mural. Ya como profesional publiqué estos artículos en diarios de circulación nacional y algunos de circulación provincial: Valparaíso, Concepción, Chillán de un modo circunstancial. En cuanto a los primeros se distinguen dos etapas: durante el gobierno militar y después del mismo. En 1973 los diarios de izquierda fueron suprimidos. En los años finales del gobierno militar se editaban dos periódicos de amplia circulación, liderados por militantes destacados del Partido Demócrata Cristiano. A ellos tuvieron acceso colaboraciones provenientes de la oposición de izquierda.

Durante el gobierno militar publiqué en los dos diarios de oposición: “La Época” y “El Fortín Mapocho”. El periodo de estas publicaciones va desde diciembre de 1987 a marzo de 1990. En la compilación de los artículos publicados en estos dos diarios se dice:

“El autor publicó estos artículos periodísticos como contribución al esfuerzo de millones de chilenos por imponer en Chile un régimen político de transición a la democracia. A partir de marzo de 1990, fecha en que asume el Presidente electo, abandonó esta actividad”

En efecto, el último artículo titulado “Finaliza un periodo de nuestra historia” fue publicado el 2 de marzo de 1990 en “El Fortín Mapocho”. Ahí se dice al comenzar:

“Se acerca inexorablemente el 11 de marzo y mientras ello ocurre van desapareciendo, día a día, los modos de hacer, el ropaje y las máscaras del autoritarismo. El ánimo del país se ha instalado ya en el proceso de cambios que la transición trae consigo…
Y luego:
“La transición de un periodo a otro, del autoritarismo a la democracia, de la oscuridad a la esperanza, del miedo a la libertad, requiere de las autoridades elegidas y designadas así como del pueblo en su conjunto para que el cambio no se frustre…
Al finalizar:
“El ánimo del ciudadano común es la verdadera medida de lo que significa para el país el fin del gobierno militar y la asunción al poder de las autoridades emanadas del resultado electoral. Si el cambio se refleja positivamente en su vida cotidiana, entonces, la nueva etapa histórica que comienza en marzo tendrá un profundo sentido liberador.”

Columnas en el diario “La Época”

El diario “La Época” circuló desde el 18 de marzo de 1987 hasta el 24 de Julio de 1998. Su primer Director fue el destacado periodista Emilio Filippi quién había fundado en 1976 la Revista semanal “Hoy”, como una voz disidente respecto de la política del gobierno militar. Después de sufrir varias acciones represivas Filippi concentra sus esfuerzos en el diario “La Época”, que se convierte en el referente periodístico de la oposición al gobierno militar. Dejó su dirección en el año 1993 para asumir, como representante del gobierno democrático, la embajada de Chile en Portugal. La Revista “Hoy” también se publicó hasta el año 1998. Emilio Filippi, militante del Partido Demócrata Cristiano rindió eminentes servicios a la causa de recuperación de la democracia. Antes de “La Época” y de la revista “Hoy” había dirigido, desde 1968, el semanario “Ercilla”, la más destacada publicación periodística con énfasis político del país. Falleció en agosto del 2014 a los 85 años. Los archivos de “La Época” fueron donados a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, en 2002.

El 1 de diciembre de 1987 publiqué mi primer artículo en “La Época”, bajo el título de “Tecnología y crisis nacional”, señalando que Chile es un país dependiente tecnológicamente y que el desarrollo en este orden no ha constituido una preocupación en los últimos catorce años. Que, sin embargo, algunos sectores excluidos de la política oficial han comenzado a insistir que el país no puede seguir siendo un simple mercado para las transnacionales. Y que el tema del desarrollo tecnológico no puede quedar al margen del desarrollo nacional. También se insistía en la carencia de una política científica y tecnológica por parte del Estado, no obstante la existencia del importante proceso de cambio tecnológico que se daba a nivel global.

Escribo estas notas en febrero 2016. No dejo de pensar lo vivido el año pasado en torno a la institucionalidad para la investigación científica que llegó a una situación catastrófica. Sin duda en estos años se ha avanzado tanto en ciencia como en tecnología, más en la primera que en la segunda. Pero esos avances no son satisfactorios para el nivel alcanzado en el desarrollo económico y humano en el país. Desde el punto de vista de la institucionalidad estatal la Presidenta de la República ha anunciado:
“Vamos a enviar a fin de este semestre un Proyecto de Ley que crea un Ministerio de Ciencia y Tecnología”
Gobierno de Chile; ; 18 de enero 2016

Se mencionan, enseguida, algunos de los artículos publicados en este periódico.

“Los trabajadores y el retorno a la democracia” Donde se dice, entre otras frases:
“Los pasos que se empiezan a dar hacia la constitución de una Central Unitaria, advierten que el fortalecimiento de la organización sindical es la preparación para una acción que se dará en la arena política. En la experiencia histórica del cambio político, la voz del pueblo se hace oír y hay que escucharla. El desempleo, las bajos salarios, la relación de subordinación frente a los empleadores, son realidades que han inquietado a sus organizaciones durante estos catorce años”. “La Época”; 12 de marzo de l988.

El 29 de marzo del 1988 escribía: La fuerza afirmativa del “NO”. Con el subtítulo:
La fuerza del “NO” se sustenta en el rechazo a una negación que se ha impuesto en los más diversos órdenes de la vida nacional.

El 12 de abril 1988 solicitaba la libertad para Clodomiro Almeyda. Académico y líder político, ex Canciller del gobierno de Salvador Allende. Desde 1973 estuvo sucesivamente detenido, aislado en la isla Dawson en el extremo sur del país, exiliado. A su regreso al país relegado en Chile Chico, un pequeño y apartado pueblo de la Patagonia chilena y nuevamente encarcelado. Todo eso duró quince años. El artículo se tituba simplemente “Libertad para Clodomiro Almeyda”. Con el subtítulo:
Hemos sido testigos de tantos hechos atroces, que nos hemos acostumbrado a que un hombre ilustre de nuestra vida democrática siga privado de sus derechos durante más de catorce años”

Con Almeyda mantuve, desde su regreso al país hasta su fallecimiento, una amistad estrecha. Lo visité varias veces en la cárcel en Santiago, también en Chile Chico y, en libertad, conversábamos en su oficina en el barrio Bellavista. Relato en otra parte que como Director del Centro de Estudios Sociales (CES) me tocó monitorear una beca que le otorgó el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), con sede en Buenos Aires, a fin a que dedicara tiempo a escribir una monografía sobre la interacción entre partidos políticos y sindicalismo, especialmente al nivel de los liderazgos. Escrito mayormente en la cárcel y la relegación resultó en un texto de 93 páginas, que publicó el CES.

El artículo más largo es el dedicado a la relación entre las universidades y el gobierno militar, deteniéndose en el conflicto con la Universidad de Chile y en el difícil y desastroso gobierno de estos institutos por parte de los rectores delegados, en su mayor parte oficiales de las fuerzas armadas. El conflicto con la Universidad de Chile representó el fracaso del régimen militar para manejar ámbitos de la sociedad civil, como el movimiento estudiantil, y en aquéllos donde el poder se legitima por el ejercicio del pensamiento analítico. Cuatro columnas a todo el largo del diario. Titulado “Universidad y gobierno militar”. (La Época; 13 de enero de 1988). Al final el diario explica: “El autor fue investigador de tiempo completo de la Universidad de Chile y es actualmente director del Centro de Estudios Sociales (CES)”.

También hay un artículo que comenta un libro. Se titula “Isla 10: un libro necesario”. Subtítulo:
Es recomendable vivir la impactante experiencia de leer este libro de Sergio Bitar, que consideramos oportuno y, a ratos conmovedor.
Se trata de un libro que, en lo esencial, relata la vida cotidiana de los ministros, parlamentarios y altos funcionarios del gobierno de la Unidad Popular en la isla Dawson. El campo de prisioneros estuvo ocupado por ellos durante ocho meses. Los chilenos no conocíamos la vida cotidiana de dichos prisioneros, un hecho significativo para orientarse acerca de la ideología política de los gobiernos militares. (La Época; 22 de abril de 1988).

El pasado (1988) coincide con el presente (2016) curiosamente, increíblemente, lastimosamente. El 24 de mayo de 1988 escribí a cuatro columnas, de media página, en La Época bajo el título “Un nuevo estilo político” acerca del marco ético y de las necesarias capacidades técnicas en los aspectos socioeconómicos de la acción pública, con referencia al liderazgo político. Y su capacidad para comunicarse con la ciudadanía.
Así se escribía:
“La combinación de requerimientos éticos, de formación en los procesos socioeconómicos modernos y la capacidad para comunicarse adecuadamente con la sociedad serían, al parecer, el marco en que se definiría un nuevo estilo y una nueva personalidad política.
Estos imperativos de los nuevos tiempos dejan obsoleta a la acción política basada sólo en la retórica y la ideología.
….. Entonces, la sociedad requiere que el político maneje su poder social con extrema pericia y moralidad”

¡Benaiga dijo el huaso! Acabo de escribir sobre los padecimientos y la desafección política de la sociedad chilena en el año 2015 por el contubernio de la gran empresa con los partidos, las colusiones empresariales en perjuicio de los consumidores, el desfile de unos y otros por los tribunales, los desaguisados en las propuestas y tramitación de los proyectos de ley, etc. El artículo de 1988 podría publicarse hoy y daría en el clavo. En efecto el país pide, cuando en este año 2016 se apronta a reiniciar las actividades después de las vacaciones de verano, un nuevo estilo político.
“Una campaña confrontacional”, publicado el 28 de agosto de 1988 se refiere al cariz que estaba tomando la discusión política en la coyuntura plebiscitaria. Se señalaba que el argumento de fondo de los voceros del Sí era que el régimen debía proyectarse al futuro para consolidar la tarea de hacer de la economía chilena un dominio de la libertad individual. El ideal a alcanzar debía ser que cada chileno fuera libre para comprar, vender, trabajar con prescindencia de cualquier control social. El Estado debía proveer esa libertad. Se decía que estábamos a punto de ingresar al mundo desarrollado, que había que subirse al tren de la modernidad que nos llegaría al Norte, en tanto que la oposición deseaba mantenernos en el Tercer Mundo, en América Latina, en el Sur. El contenido del debate público abierto recientemente dejaba ver tan profundas discrepancias y divisiones (se hablaba de “dos Chiles”) que parecía imposible recomponer la nacionalidad en un proceso cierto de transición a la democracia. Ello presagiaba las dificultades que de hecho se presentarían en el futuro.

Otro artículo, publicado meses después de haber dejado esta actividad, se titulaba ¿Aprovechará el empresariado la oportunidad? refleja curiosamente un estado de ánimo y unas conductas parecidas a las actuales (2016). Es uno que referido al sector privado de la economía decía, entre otros conceptos:

“Es curiosa la situación que vive hoy día el empresariado chileno….no se decide a encabezar los procesos de desarrollo y modernización de la sociedad chilena con la fuerza necesaria para liderar toda una etapa histórica…Las vacilaciones lo están perjudicando frente al dinamismo del empresariado extranjero que sin aprensiones ha visualizado las perspectivas económicas que se abren en Chile y viene a invertir, ganando así las oportunidades que deja escapar las inversión privada nacional.
….en vez de construir empresas que aporten valor agregado a nuestra producción y que a la vez generen empleos, prefieren solicitar al Estado nuevas privatizaciones, es decir, quiere comprar barato instalaciones que ya están funcionando, con lo cual no se logra ni lo uno ni lo otro.
Instalarse en la sociedad como sector social que movilice el desarrollo es una gran responsabilidad y enorme desafío. Para ello el grupo que lo haga deberá generar una manera de pensar y hacer innovadora, renovadora, audaz.” (La Época; 10 de octubre de 1991)

En 1991 se solicitaban “señales” (es decir, privatizaciones) para invertir. Durante 2015 se insistió en la necesidad de generar previamente “confianzas” (es decir morigerar las reformas).

Columnas en el diario “El Fortín Mapocho”

En tanto “El Fortín Mapocho”  fue fundado en febrero de 1947 por el Club Deportivo de los trabajadores de la Vega Central de Santiago. En 1984 fue comprado por el Senador Demócrata Cristiano Jorge Lavandero. Funcionó hasta 1987 como semanario que se publicaba los lunes. Posteriormente pasó a ser, junto con “La Época”, de los diarios más importantes opositores al gobierno de Pinochet. Tanto es así que Jorge Lavandero sufrió una alevosa agresión por parte de la policía política de la dictadura.
Mis publicaciones en “El Fortín Mapocho” empezaron en diciembre de 1987 y terminaron en marzo de 1990. Fueron treinta y seis artículos en un período decisivo de la historia de Chile. El 5 de octubre de 1988 se realizó el plebiscito acerca de la permanencia del General Pinochet en la Presidencia de la República por un periodo adicional de ocho años. Es decir, hasta el 11 de marzo de 1997. De modo que si hubiese ganado el “SI” habría estado 24 años en el poder. Sin embargo el resultado le fue adverso. En efecto la opción “NO” obtuvo el 55,99% de los votos. La opción “SI”, el 44,01%. Se contabilizaron 165.254 votos entre blancos y nulos. No obstante, Pinochet siguió en el poder hasta el 11 de marzo de 1990.
En este período dificilísimo el diario el “El Fortín Mapocho” le hizo honor a su nombre convirtiéndose en un vocero de las fuerzas democráticas y un valiente denunciante de las maniobras del gobierno que tendieron a crear un clima de incertidumbre respecto del curso de los acontecimientos. En los meses que precedieron al plebiscito el gobierno mantuvo vigente los estados de excepción. Su campaña fue dirigida desde el Ministerio del Interior. Estimuló la participación en ella de altos oficiales del Ejército. El debate público abierto después de catorce años de clausura, estuvo determinado, entre otras, por tales circunstancias. El total de éstas fue asaz difícil para la oposición.
Mis artículos en “El Fortín Mapocho” se publicaban con una foto del rostro arriba y a su lado, en la línea superior, mi nombre. Luego, en forma destacada el título del artículo. La mayoría de ellos en tres columnas, aunque algunos se extendían más. En el segundo artículo el diario me identificó como “Director del Centro de Estudios Sociales (CES)”. El contenido, obviamente, aludía a la contingencia política, aunque procurando poner los temas generales que de ella se desprendían.
Tres artículos se referían al movimiento sindical. Un tema: el proceso de formación de la Central Unitaria de Trabajadores que culminaría con un Congreso Constituyente realizado el 20 y 21 de agosto de 1988. Otro aludía a la represión de los dirigentes sindicales, específicamente a las penas de relegación por un año y medio para Manuel Bustos y Arturo Martínez, y a los 61 días de prisión para Moisés Labraña. Ello en pleno proceso plebiscitario. Otro se refiere a la adhesión de la Central Unitaria a la candidatura presidencial de Patricio Aylwin, el líder proclamado por la Concertación de Partidos por la Democracia para la elección que se realizaría en diciembre de 1989. Adhesión tanto al candidato como a su programa de gobierno. La importancia de este apoyo al proceso de transición se vincula con el hecho de que los trabajadores organizados tenían numerosas demandas que realizar tanto respecto de la institucionalidad laboral como de las condiciones de trabajo y salariales. De modo que era necesario compatibilizar esas demandas con la estabilidad del régimen de transición. El gobierno militar dejaba verdaderos “campos minados” siendo, obviamente, el más inquietante la permanencia del General Pinochet en la Comandancia en Jefe del Ejército. La Concertación se comprometió a buscar soluciones, en los temas laborales, en conjunto con la Central. “Esta búsqueda compartida es lo que se denomina participación”, escribía en una columna.
Tres artículos aludían, a su vez, a los gremios empresariales. Los publicados antes del triunfo del NO en el plebiscito se hacía un llamado a la cúpula empresarial a sumarse “a una política para resolver las agudas desigualdades existentes”. Así como “para eliminar la subordinación legal y de hecho de los trabajadores y sus organizaciones” y, de este modo “elevar el nivel de vida de los sectores marginalizados”. En suma, un llamado a apoyar una salida nacional de la encrucijada que vivía el país a través de un proyecto de desarrollo para el conjunto de los chilenos. Eran momentos en que los grandes empresarios encabezados por los Presidentes Manuel Feliú, de la Confederación de la Producción y el Comercio y Fernando Agüero, de la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA), procuraban organizar su propia Central Única con los medianos y pequeños empresarios, con el fin de dar una batalla ideológica para defender la “libre empresa”, la libertad de emprender que veían amenazada por el próximo plebiscito. Se discute tal propósito, se señalan las diferencias entre los intereses de los medianos y pequeños empresarios versus los grandes. Se explicita: “Lo paradójico es que estos defensores de la libertad se aprestan a apoyar a un régimen que ha hecho de la violación de los derechos humanos su política permanente… Están marcados por su apoyo a una política liberticida”.
Después del triunfo del NO publiqué el tercer artículo sobre la cúpula empresarial. Su título: “La cúpula empresarial debe renovarse”, (El Fortín Mapocho;16 de octubre de 1988). Trascribo algunos párrafos:
“Dichas relaciones ( las laborales) han derivado en condiciones de trabajo francamente deplorables. En nuestras investigaciones del Centro de Estudios Sociales (CES), hemos comprobado jornadas de trabajo que superan las 12 horas diarias, trabajo en días domingos, condiciones ambientales insalubres. En el trabajo femenino se dan increíbles malos tratos de hecho y de palabra, acoso sexual, malas remuneraciones”. Finalizo el artículo de tres columnas. “Llegó el momento histórico de abrir los gremios empresariales a una actitud que haga posible su diálogo con los trabajadores, tendiente a la solución de los graves problemas que se han dado en la relación laboral durante estos últimos quince años”.
Vuelvo al presente
He estado escribiendo esta sección de este capítulo VI durante los meses de enero y febrero del 2016, después de ponerle punto final al capítulo sobre los acontecimientos del país y los míos personales en el increíble año 2015, para Chile y para mi. La intención es terminar pronto este capítulo para imprimirlo en papel y hacerle las correcciones del caso y seguir con otros que tengo también a medio terminar. Sin embargo, el verano no ha sido amistoso con sus inéditos calores en la zona central del país. Ellos trajeron una exacerbación de la alergia que hiere mi piel, me provoca picazón intensa y gran sequedad. Eso me obligó a volver al médico Dr. Juan Honeyman, a quién llamo “el hombre miel”. Junto con regañarme porque no había terminado un tratamiento de vacunas que años atrás empecé e interrumpí por los catastróficos efectos que me provocaron al explotar la alergia, me reiteró la misma vacuna oral. Ahora la acompañó con una gragea que presumiblemente aliviarán dichos efectos. Al parecer antes olvidó esta precaución. El asunto no es simple. La vacuna hay que comprarla en una clínica (Clínica Servet) a un costo de $74 mil. Son gotas que vienen separadas en tres frasquitos numerados. Se empieza con el 1 y una gota de lunes a domingo. Al lunes siguiente se sube a dos gotas hasta el domingo y así sucesivamente. En este momento voy en la quinta semana (5 gotas). Terminado el frasquito 1 se repite el mismo procedimiento con el frasco 2 y, luego, con el 3. Al finalizar el cual debo ir a nueva consulta. Bueno, como yo cotizo el 7% de mi pensión en FONASA, el seguro estatal de salud, y como este “hombre miel” no atiende por él, debo pagar $60 mil cada consulta. Por eso no voy seguido a visitarlo, a pesar que tiene fama de ser uno de los mejores especialista del país. Antes de él consulté a tres médicos que no dieron en el clavo.
Como es fácil entender el exceso de calor, más las gotas y las precauciones a tomar para aminorar las molestias que provocan ellas y la alergia (baños de tina con sal de mar, embadurnarse el cuerpo con crema contra la sequedad que desde la farmacia la mandan a hacer al laboratorio con la receta del médico, junto a otra crema para las lesiones que van apareciendo), todo ello hace difícil concentrase en el pasado. Por supuesto no sólo la alergia agrede mi salud. El presente, este presente, tiene mucha potencia.
También la crisis política, continuación del año pasado, hace su propio llamado. Siguen sucediendo cosas extraordinarias: líderes políticos destacados llamados a los tribunales; divisiones al interior de las coaliciones partidarias; aprontes de candidaturas presidenciales prematuras. En dos días más, el 11 de marzo, la Presidenta Michelle Bachelet cumple recién la mitad de su mandato y los presidenciables ya toman posiciones.
Y qué decir de la situación internacional: profunda crisis política en Brasil y Venezuela; inesperada e insólita selección de candidatos a la presidencia en Estados Unidos; imposibilidad de formar gobierno en España; problemas con los inmigrantes en Europa y desastrosa situación en los países de emigración; desaceleración económica en los países emergentes y subdesarrollados, incluyendo el nuestro, por supuesto; etc.
Mis propios problemas familiares no amainan. Mi hermana muestra un severo deterioro de su salud. Mis primos de San Felipe, Lucy y su marido Raúl, padecen los rigores de la edad. Y mi hijo Manuel no ha dado señales de reconciliación, ni conmigo, ni con Paula, su hermana, ni con Sergio, su sobrino. Las enfermedades de los viejos son parte de la naturaleza humana. Las veleidades, la indiferencia, el abandono que hijos en la plenitud de su vida realizan a su padre viejo, que les proveyó todo lo que necesitaron, más allá de las naturales obligaciones, es no solamente penoso sino inhumano.
En la noche del 7 de marzo envié a las amigas, parientes y a todas las mujeres con las que intercambio correspondencia, un saludo por el Día Internacional de la Mujer. ¡Qué alivio algo grato!
No obstante lo anterior, me propongo continuar con aquello que estaba visitando en el pasado.
Columnas en “El Fortín Mapocho”. Continuación
Cinco artículos se refieren a las acciones políticas de tres líderes de la oposición al gobierno militar. Uno, ya mencionado, a Patricio Aylwin y su proclamación por parte Comité Ejecutivo de la Central Unitaria de trabajadores (CUT). Dos a Ricardo Lagos: “Ese señor Lagos”, que comenta el libro de ese nombre, con cuyo autor, el poeta David Turkeltaub, fuimos compañero de conversaciones y comentarios en el Instituto Pedagógico en mis tiempos de estudiante de Filosofía. Ahí lo caracterizo con la brevedad propia de una columna periodística,
“….se juntaban en sus patios y aulas los que tenían inquietudes literarias y, muy especialmente, los poetas. Entre estos últimos sobresalía por su porte y delgadez David. De carácter introvertido, tenía una mirada entre lejana y taciturna, todo lo cual atraía a las más bellas y sensibles estudiantes que revoloteaban alrededor suyo, como de todos los otros poetas”. Sobre el libro digo: ”…es todo un bosquejo talentoso de esos años difíciles del país. Lo hace mirando el lado público y familiar de Ricardo Lagos, dirigente sagaz y valeroso que se ha convertido en uno de los más destacados líderes de la oposición. Su motivación emana de la recordada intervención televisiva de Lagos en la noche del 25 de abril de l988. ---A partir de entonces, millones de chilenos recobramos la esperanza. Ricardo Lagos dio un vuelco a la campaña del NO al autoritarismo, al probar con su propia actuación que era posible desprenderse de la compacta red formada por el miedo, la desesperanza y el fatalismo.” (El Fortín Mapocho; 29 de agosto de 1988).
El otro artículo “Las razones de Ricardo Lagos” se refiere a una carta abierta publicada por Lagos en la extraordinaria circunstancia siguiente que describo:
“Durante el año que va desde el 11 de marzo de l989 al 11 de marzo de l990 Chile vivirá una situación irregular, inédita en la historia nacional y, quizás, internacional. Situación pletórica de peligros y ambigüedades. Sucede que el general Pinochet, a quién la ciudadanía le negó el 5 de octubre (de 1988) su confianza para seguir como Presidente, terminó el período presidencial regular establecido en la Constitución de 1980, el 11 recién pasado. Sin embargo, permanecerá en el poder un año más, “autodesignado”, plazo que se empieza a contar después de más de cinco meses de su derrota electoral”. Frente a ello digo que “Lagos llama a que la mayoría nacional se exprese desde hoy, ampliando al máximo los espacios de libertad conquistada” . Más adelante agrego: “Tal planteamiento implica configurar, desde ya, las modalidades y los contenidos de la participación democrática” Enseguida se ejemplifican planteamientos, inquietudes y acciones de distintos sectores sociales. “La justicia combinada con la viabilidad, los derechos con las obligaciones, los conflictos dirimidos a través de diálogos, los acuerdos equitativos; todo ello podrá ponerse en movimiento en este año de l989, para desembocar en un sistema democrático que con políticas razonables pague la `deuda social’…repare el daño provocado por la represión y ponga en marcha un desarrollo económico equilibrado con el social”. (18 de marzo de l989)
Las dos columnas referidas a Clodomiro Almeyda. Una se titula “Clodomiro Almeyda sigue preso”; la otra “Comentarios sobre un escrito de Clodomiro Almeyda”. En el primero llamo la atención que entre la prisión, el exilio y la relegación Almeyda ha cumplido quince años sin poder vivir en libertad en su país. Recuerdo que numerosas personalidades del país y del extranjero han pedido que se ponga fin a esta situación. Critico al gobierno por su incapacidad para realizar una política de conciliación entre los chilenos, a pocos días del plebiscito. Y señalo que con esta situación “se ha perdido un aporte valioso e inteligente a la definición de las decisiones a que está llamado a tomar el país” (9 d septiembre de l988).
En el segundo artículo periodístico me refiero a la monografía “Interacción de lo político y sindical en Chile”, de 93 páginas, publicada por el Centro de Estudios Sociales (CES), del cual yo mismo era Director. La gestación y la realización de este estudio, escrito en la cárcel y en la relegación, la cuento en un capítulo más adelante.
Después de relevar las características intelectuales y la trayectoria política y académica del autor el artículo señala algunos de los énfasis que se destacan en el trabajo.
“Sus reflexiones sobre las diferencias culturales de comunistas y socialistas son preciosos antecedentes para entender el distinto comportamiento sindical de los militantes de uno y otro partido y el tipo de relación mantenida con las direcciones partidarias” Más adelante: “Almeyda se interesa por el tema del liderazgo, poco tratado por los cientistas políticos en nuestro medio. Dicho interés atraviesa todo su trabajo. Estudia el comportamiento de los parlamentarios de origen sindical y sus vínculos con la dirección de cada uno de los partidos; los conflictos sindicales y la actitud frente a ellos de los dirigentes partidarios; las relaciones entre los “intelectuales” o “políticos” y el “obrerismo”; las diferencias entre la sobre ideologización de algunos líderes y el corporativismo de las trabajadores de base; la actitud de los dirigentes comunistas y socialistas durante el gobierno de la Unidad Popular, entre otros temas.” (El Fortín Mapocho; “Comentarios sobre un escrito de Clodomiro Almeyda”; 3 de mayo 1989).
Obviamente que el propósito principal de esta incursión periodística era ayudar al triunfo del NO en el plebiscito. Ese objetivo traspasa todas las colaboraciones desde la primera titulada “El indispensable liderazgo”, publicado el 2 de junio de l988, hasta la última “Finaliza un periodo de nuestra historia”, del 2 de marzo de 1990, cuando faltaban pocos días para el cambio del gobierno. Denunciar la acción política del gobierno militar en la coyuntura pre y post plebiscitaria; evaluar a grandes trazos el resultado social, económico y político de su acción durante todos los años que estuvo en el poder; plantear los desafíos que se presentaban al gobierno democrático en el tránsito desde el autoritarismo a la democracia fueron los temas de esta incursión periodística. Además, en algunos artículos me propuse plantear algunas observaciones acerca de las relaciones entre los sectores políticos democráticos y los sectores populares que ya se vislumbraban problemáticos.
Así, por ejemplo, el 23 de Junio de 1988, denuncio la actitud abusiva “del gobierno al mantener vigente los estados de excepción, al decidir que su campaña sea dirigida y realizada vía el Ministerio del Interior, al estimular la participación en ella de altos oficiales del Ejército”. El 29 de Julio de 1988 señalo que:
“La incipiente reconstrucción de la política choca con la herencia del autoritarismo que destruyó los valores y prácticas sociales que hacían del país una nación relativamente integrada. La falta de articulación entre las estructuras partidarias y la sociedad civil es un producto neto de la política de desagregación, dispersión y represión del gobierno militar. Este no sólo ilegalizó la función política sino que su acción frente a los grupos sociales fue absolutamente disruptiva. Los agregados sociales numerosos perdieron cohesión en el mejor de los casos o desaparecieron en el peor. De ahí que la acción política actual aparece como superpuesta a la sociedad. ... Durante los últimos quince años se fueron redefiniendo los vínculos sociales. En la base social existen numerosas pequeñas organizaciones. Ellas establecieron lazos con instituciones que, en general, tomaron en sus manos lo que tradicionalmente se llamó política social. Aunque tuvieron y tiene una cobertura parcial poseen una orientación participativa y solidaria”. (El Fortín Mapocho; “La articulación de la política”, 29 de julio de 1988)
A propósito de mi asistencia a seminarios de cientistas sociales de América Latina en Quito, en julio, y en Costa Rica, en septiembre, informo el 17 de septiembre de 1988 del pensamiento y el sentimiento que tanto los cientistas sociales como los medios de comunicación tienen sobre Chile y su pueblo. Cariño y respeto. El mensaje del autoritarismo que nuestro pasado como país es denigrante de convence a nadie. Se reconoce la lucha del pueblo chileno por la recuperación de la democracia. Se destaca el aporte del exilio chileno tanto en su aporte al arte como a la academia. Se echa de menos el aporte chileno a los esfuerzos por la integración de América Latina y por la solución de los problemas que enfrenta la región.
Dos artículos “El plebiscito en el fondo” (Primera parte y Segunda parte) pretenden aludir a los temas principales que estaban en juego. (6 y 16 de octubre de 1988). Habiéndolo ganado el NO, el día 5 de octubre, el 23 de ese mes titulé el artículo “¡Democracia, ya ¡” y escribía:
“La vigencia de la democracia en la vida del país no puede esperar, pero ella tampoco será entregada graciosamente. La libertad y las prácticas democráticas, como valores y formas de vida cotidiana, deberán ser ganadas con cordura, pero con firmeza, con prudencia, pero con conciencia de ganador. El pueblo chileno triunfó en el plebiscito y tiene, por tanto, derecho a realizar su vida laboral, estudiantil, política y en general si vida diaria en democracia… La estructura autoritaria desde ya hay que hacerla desaparecer…El que fue mayoría no puede seguir marginado. El que dijo que NO no puede ser expulsado de su trabajo. Chile vive hoy una experiencia extraordinaria: Una mayoría se pronunció por la libertad y una minoría quiere seguir manejando el poder de modo excluyente. La transición a la democracia debe comenzar enseguida”.(El Fortín Mapocho; “¡Democracia, ya!”; 23 de octubre de 1988)
En otros artículos insisto en que los movimientos sociales asuman una política autónoma y en su imprescindible fortalecimiento (18 de enero y 27 de septiembre de 1989); aplaudo los esfuerzos unitarios de las distintas fracciones socialistas (9 de febrero de 1989 y el 13 de enero de 1990); abogo por la pronta designación de un candidato a la Presidencia que deberá jugar un papel orientador esencial en meses cruciales de la vida del país (2 de abril de 1989); critico la política económica del que en ese momento era ex Ministro de Hacienda del gobierno del General Pinochet y su futuro candidato presidencial para la elección que se efectuaría el 14 de diciembre de 1989, Hernán Buchi (28 de abril de l989); señalo las tareas de la izquierda ante el desafío histórico de conciliar un sistema político democrático con un avance real en el proceso de modernización de la economía y las relaciones sociales; caracterizo la herencia del régimen militar en dos largos artículos.
En el primero digo
“la primera y más dramática herencia es la enorme desigualdad social que divide al país entre gente muy rica y gente muy pobre. Los primeros son pocos, los segundos tan numerosos como nunca antes. El país no se encamina al mundo desarrollado. El país está enclavado en el subdesarrollo” (El Fortín Mapocho; “La herencia del régimen militar (1ª parte)”; 14 de octubre 1989).
En el segundo señalo:
“Uno de los rasgos sociológicos más nítidos de la transformación de la sociedad chilena como producto el régimen militar es su atomización y desorganización social…
El aislamiento de las familias, la soledad de los individuos, las separaciones de los compañeros, la disolución de lo asociativo, la división de los agrupamientos, la insularidad del país, la desagregación de la nación son otras de las herencias del régimen militar” (El Fortín Mapocho; “La herencia el régimen militar (II)”; 28 de octubre de 1989).
De los seis últimas colaboraciones al “El Fortín Mapocho” tres están dedicadas al tema de la Universidad (7 y 23 de noviembre 1989, y 2 de febrero de 1990), en especial acerca del ensañamiento con que el gobierno militar trató a la Universidad de Chile. A través de rectores delegados se procuró minimizar su status institucional, restándole su carácter nacional y dejándola reducida a un núcleo santiaguino. La política propiamente académica del régimen fue un fracaso y dio origen a permanentes conflictos. Lo único exitoso, desde un punto de vista del gobierno, fue su política represiva con miles de exonerados, exiliados e institutos desmantelados. Al amparo de la política sobre educación superior del gobierno militar se han creado alrededor de 60 universidades muchas de las cuales sólo tiene el nombre de tales. Las carreras que han proliferado son las de “tiza y pizarrón”, por su menores costos. Además, a través de subterfugios muchas de ellas lucran con la función universitaria. Han entrado al mercado como cualquier empresa. “Entre las nuevas universidades, se encuentran algunas que se transformarán en verdaderas ‘fortalezas del pensamiento neoconservador” lo señalaba el 2 de febrero de 1990. También ahí argumentaba que previamente al cambio de las autoridades en la Universidad de Chile debía considerarse la reparación del daño causado a la institución, al modo como se hizo en Argentina y Uruguay. Que la elección de las nuevas autoridades no competía sólo a los académicos que permanecían en sus cargos después de 16 años de rectores delegados del General Pinochet en ella. En la Universidad de Buenos Aires el Presidente Alfonsín nombró por dos años un rector normalizador. En Uruguay en la elección de autoridades de facultad y de Rector “tomaron parte tanto los docentes en funciones como los que habían sido destituidos por la dictadura y, entre los estudiantes, participaron los sancionados, incluyendo a los expulsados. Termina el artículo con el siguiente párrafo:
“Tanto en Argentina como en Uruguay antes de la elección de rectores elegidos legítimamente, se consideró el hecho crucial de que el claustro integrado sólo por las jerarquías universitarias existentes a la caída de las dictaduras no representaba a la totalidad de lo que constituye el conjunto de la universidad nacional, la que en Argentina es la Universidad de Buenos Aires, en Uruguay es la Universidad de la República y en nuestro país, la Universidad de Chile” (El Fortín Mapocho; “Universidades: difícil problema”; 2 de febrero de 1990)
Desgraciadamente en Chile no ocurrió eso. Permanecieron en ella los docentes de escuelas e investigadores de institutos que no fueron “depurados” por la dictadura. Sucedió en la Universidad, lo mismo que en las empresas estatales privatizas por el gobierno militar. Ellas siguieron en poder de los favorecidos por Pinochet, ahora como propiedad privada. Estos vendieron posteriormente esa propiedad a empresas extranjeras embolsándose millones de dólares. Algunas facultades de la Universidad de Chile incorporaron más tarde a ex profesores exiliados. Pero en el caso de la Facultad de Ciencias Económicas los no economistas excluidos no fuimos reincorporados.
Como indiqué más arriba el 2 de marzo de 1990, nueve días antes de la toma de posesión de la Presidencia por parte de Patricio Aylwin, escribí el último artículo en El Fortín Mapocho que titulé “Finaliza un periodo de nuestra historia”, en tres columnas. El último párrafo dice:
“La transición de un periodo a otro , del autoritarismo a la democracia, de la oscuridad a la esperanza, del miedo a la libertad, requiere de la sabiduría de las autoridades elegidas y designadas así como del pueblo en su conjunto para que el cambio no se frustre. Por cuanto en algunas áreas –en especial la económica- la política será cautelosa necesariamente, es indispensable que en otras ella sea profundamente innovadora, en especial en salud y educación. Así la libertad política tendrá su afianzamiento en realidades que tocan la vida cotidiana del ciudadano común. El ánimo del ciudadano común es la verdadera medida de lo que significa para el país el fin del gobierno militar y la asunción al poder de las autoridades emanadas del resultado electoral. Si el cambio se refleja positivamente en la vida cotidiana, entonces, la nueva etapa histórica que comienza en marzo tendrá un profundo sentido liberador.”
Revista “Cauce”, segunda época
En el año 1983 se produjo una cierta apertura en el gobierno militar, a partir de la política de un civil que asumió como Ministro del Interior, Sergio Onofre Jarpa. La Revista “Cauce” obtuvo, aprovechando tal coyuntura, permiso para su publicación apareciendo su primer número en septiembre de ese año. Debido a varias dificultades dejó de publicarse en 1986. Pero luego inició una segunda época bajo la dirección de Ángel Flisfisch con una frecuencia quincenal. En este nuevo intento tuvo una corta existencia. Su último número salió a circulación en diciembre de 1989. En su primera época estaba ligada a una sensibilidad política social demócrata. En la segunda, los promotores de la revista se movían entre las aguas socialistas aún divididas y un Partido por la Democracia (PPD) en proceso de constitución. Lideraba estos esfuerzos Ricardo Lagos que aparecía como el líder indiscutido de ambos sectores.
En septiembre de 1989, en la sección “Informe Especial”, publiqué el artículo “Sector informal de la economía. ¿Nuevo actor social para la transición?” Es un artículo largo de cuatro páginas en dos columnas de 24 cm. de alto, extensión propia de una revista. No se trataba ya de colaboraciones para un diario. Comienzo diciendo:
“Las transformaciones que ha experimentado recientemente el capitalismo maduro han configurado lo que algunos autores han caracterizado como una nueva modalidad de acumulación…. El rasgo más característico de esta nueva modalidad de acumulación es la exclusión de los sectores sociales que no puede integrar, liberando para la acumulación los excedentes que en otras condiciones estarían destinados a la reproducción de estos sectores”… la división internacional del trabajo se organiza ahora en torno a una nueva estructura internacional de producción y distribución. Es el capitalismo post-nacional….
El desarrollo capitalista concentrado y centralizado en segmentos puntuales de las estructuras productivas internas abre un amplio espacio para el desarrollo de lo que se ha llamado las “economías sumergidas” o “informales”. Este espacio económico se constituye finalmente en la única alternativa de reproducción de la mano de obra que el proceso de “modernización capitalista” margina.
Lo anterior forma parte de la introducción general al tema del sector informal como actor social. Luego de prosigue con el análisis de:
“Las diversas lógicas de organización y acción sociales.
De lo anterior se deduce que los trabajadores son heterogéneos en cuanto a la calidad de su empleo y en cuanto a su aproximación a tal empleo. La articulación de la economía mundial y de la economía nacional arroja lo menos cinco tendencias que experimenta la clase trabajadora en su inserción laboral: la informalidad, la exclusión, el empleo precario, la tercerización, el empleo formal propiamente tal. cada una de ellas de ellas supone una lógica de organización y acción sindicales o sociales (según sea el caso) diferentes. Enseguida se hará referencia a estas situaciones.”
Lo anterior se analiza en los seis siguientes apartados en las tres páginas finales:
1.- El sector informal urbano
2.- La aparición de un nuevo actor social: los desempleados excluidos del sector formal y los marginados del sector informal
3.- La vida política de los nuevos sectores subalternos: los excluidos y el sector informal.
4.- El empleo precario y el sindicalismo eventual
5.- La organización y acción sindicales del sector terciario de la economía
6.- La organización y acción sindical de los trabajadores pertenecientes al empleo formal propiamente tal
El artículo finaliza con el siguiente párrafo:
“Toda la exposición realizada hasta aquí ha tenido el propósito de enmarcar los límites cada vez más estrechos en los que se mueve el movimiento sindical y las situaciones políticas que van surgiendo en las nuevas realidades del trabajo en el país. Ello llama a pensar en nuevos tipos de organización y nuevas lógicas de acción social, que no son las del sindicalismo. Éstas pueden surgir con fuerza en el proceso de la transición, proceso en el cual reclamarían participación y representación ante los poderes locales e intermedios, con lo que se configuraría un nuevo mapa en la realidad de los movimientos sociales” (“Sector informal de la economía ¿Nuevo actor social para la transición”; Revista Cuace; 20 de septiembre de 1898; pp.35-38).
El segundo y último artículo publicado en la Revista “Cauce” subtitulada: “quincenario de política, economía y sociedad” también en la sección “Informe Especial” se refería al destino de la minería cuprífera en el país y, muy especialmente, al status de CODELCO. La onda privatizadora desplegada por el gobierno militar amenazaba alcanzar hasta la Gran Minería del Cobre (GMC) que en la época estaba constituida por la estatal Corporación Nacional del Cobre (CODELCO). El país en la fecha se había constituido en el primer productor mundial de cobre. En el artículo, de cuatro páginas se dan estadísticas acerca de la fuerza de trabajo ocupada en la minería, tanto en la GMC como en la Mediana y Pequeña minerías, en cada año desde 1860 hasta 1987. También informaciones sobre la producción de toneladas métricas de cobre fino referidas a los tres sectores. Se informa sobre las necesidades de inversión; las innovaciones tecnológicas; las estrategias de desarrollo; el liderazgo como exportador y también el tema de la caída de la ley del mineral en relación a la CODELCO, entre otros temas de interés.
En las conclusiones, resumidas en siete puntos, se dice en el séptimo:
7.- En su política de dejar “todo atado y bien atado” el gobierno militar ingresó recientemente a trámite legislativo un proyecto de ley referido a Codelco que “sustituye sus normas de administración para descentralizar” y darle un directorio independiente, despolitizado y eficiente”, lo que implica una pérdida de influencia del próximo gobierno en la dirección de Codelco. El proyecto de ley limita la actividad de la Corporación sólo al cobre de sus actuales yacimientos. Al rigidizar la política de Codelco el actual gobierno abre el camino hacia su posible privatización.
El último párrafo se afirma:
En efecto, el próximo gobierno democrático debe poseer la libertad para desarrollar su política en el sector económico más importante del país. Ella tiene que ver con la producción, con el valor agregado al mineral que se exporta, con la industria de bienes de capital que abastecen a la minería del cobre, con la revisión del actual sistema de relaciones laborales y con la posibilidad de hacer de esta actividad el núcleo central de la innovación tecnológica. Nada de ello sería posible si se aprobase esta nueva legislación de última hora. Como decíamos en una columna del Fortín Mapocho ante esta pretensión de dejar al próximo gobierno sin capacidad de decisión en este aspecto, la mayoría debe responder: No, Codelco no.
(Revista Cauce; “El cobre ¿será en el futuro sólo el salario mínimo de Chile?”; segunda quincena noviembre de1989)

Reflexiones en el año 2016
Para mi sorpresa me cuesta descubrir hoy el sentido que tenía en aquél entonces el haber emprendido esta aventura periodística. Por qué lo hice, con qué propósito, con qué resultado. ¿Alguien me lo pidió o sugirió?, ¿Algún vínculo con los diarios “La Época” y “El Fortín Mapocho”?. Si no perseguía ni remuneración, ni figuración política, ni cumplía un encargo institucional ¿por qué lo hacía?
Desde luego debo decir que nadie me pidió o sugirió que lo hiciera. Que no tomé contacto con ningún dirigente político con este propósito ni tampoco para conversar sobre los temas a plantear ni menos para orientarlos en un sentido u otro. Pero lo más curioso es que tampoco me vinculé con los directores de estos diarios. Eran los tiempos en que yo era director del Centro de Estudios Sociales (CES) e integraba el directorio del World University Service (WUS)-Sección chilena. El Centro funcionaba como sociedad de profesionales, en cuanto a su legalidad. En relación a su actividad era una ONG dedicada a los estudio laborales y a la capacitación sindical. El Wus era una sección en Chile de una ONG internacional, que acá tenía la misma personalidad jurídica que el CES. La razón de existir de ambas era el hacer frente a las políticas de la dictadura, tal como el Centro de Estudios VECTOR que había dirigido en los últimos ochentas. Además formaba parte de un triunvirato con Edgardo Boeninger y Ángel Flisfisch dedicado a planificar reuniones de discusión sobre las transiciones a la democracia.
Como es tradicional en Chile pocos me comentaron haber leído alguno de estos artículos y nadie, que recuerde, me dio una opinión sobre ellos. Ni del diario ni de las instituciones en que participaba. Hay que subrayar que esta colaboración fue absolutamente gratuita. En efecto, no hubo remuneración de especie alguna. En la fecha mi motivación fue, quizás, darle más presencia al CES en el ambiente de la izquierda chilena, lo que pudo lograrse, posiblemente, entre los sindicalistas de base. Mi sensación es que, con estas acciones, el nivel de los dirigentes sindicales nacionales lo mismo que el de los políticos, eran impermeables.
Sin embargo, los diarios publicaron siempre los artículos que les enviaba. Claro que su único costo era el espacio que ellos ocupaban. Dado que se acompañaban con nombre y apellido el riesgo de una represión la corría el autor. Y, en este aspecto, me surge una reflexión. ¿No fue una irresponsabilidad que un individuo sin pertenecer a una organización potente tras sí se expusiera criticando a una dictadura duramente represiva? Ya en 1974 el representante en Chile de la Fundación Ebert, de Alemania, me había propuesto trasladarme a Caracas, donde la Oficina Central de la Fundación para América Latina había habilitado un espacio para mí, lo que deseché.
Por supuesto que disfrutaba con la escritura y su publicación. Siempre he querido, aún hoy que estoy absolutamente aislado en mi departamento, dar mi opinión sobre el devenir político, la situación social y económica del país.
¿Por qué dejé de publicar artículos en la prensa en marzo de 1990, mes en que asumía el primer gobierno democrático? Simplemente porque en cuanto deber personal el propósito por el cual lo hacía, se había cumplido. Como en el Ejército me dije: “misión cumplida, mi capitán”, es decir, se lo dije a mi superyó.
Asumió el nuevo gobierno y yo seguí con mis labores habituales, como si nada hubiese pasado, como si yo hubiese sido un ciudadano común y corriente que no hubiese sido excluido de mi trabajo de profesor e investigador de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile, desde la jerarquía más alta para un universitario sin cargos de dirección y administración. Como si no hubiese sido excluido del status de investigador de tiempo completo de la Universidad Católica de Chile en su Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación. Como si no hubiese sido Director Centro de Estudios Económicos y Sociales VECTOR, a fines de los setentas, es decir, en tiempos difíciles para cualquier expresión democrática. VECTOR el primer Centro de Estudios que la izquierda constituyó en el país. Como si no hubiese creado en 1982 y dirigido el CES que sobrevivió a la dictadura. Como si no hubiese estado en el directorio del WUS que apoyó a los exiliados y, luego, a los retornados, en años de dictadura. Del cual fui, posteriormente, Secretario Ejecutivo. Compartiendo en estos directorios con futuros ministros, futuros altos funcionarios, incluso un futuro Presidente de la República. Como si hubiese silenciado mis opiniones sobre los acontecimientos en tiempos de dictadura. Como si no hubiese asesorado al Padre Alfonso Baeza en la Vicaría de Pastoral Obrera del Arzobispado de Santiago y no hubiese organizado conferencias de altos dirigentes políticos para sindicalistas y dirigentes poblacionales que resistían al régimen militar. Además de animar seminarios de análisis de la coyuntura sindical y política y escrito monografías al respecto, dirigidas a los dirigentes sociales. Como si no hubiese dejado constancia pública en mis escritos de la realidad social y política de Chile en publicaciones chilenas y extranjeras.
¿Cómo interpreto esto de asumir todas estas responsabilidades y, luego, pasar a ser un ciudadano común y corriente preocupado de su trabajo y de procurarse un ingreso?. Simplemente porque no me adscribí a un Partido Político y no tuve una militancia regular en él. Participé en actividades organizadas por el Partido Socialista, pero no tuve una militancia regular en ninguna de sus tendencias o fracciones. En el Centro de Estudios Sociales (CES) incorporé a varios militantes socialistas, también a profesionales simpatizantes socialistas y, en menor medida, también a militantes comunistas. Incluso participé en forma regular y destacada en los años 1992/3 en la llamada Comisión Proyecto Socialista, un seminario que se realizaba todos los sábados en la mañana en el local partidario, que en esos tiempos de ubicaba en la barrio Concha y Toro. Tanto es así que en el diario La Nación publiqué un artículo, en mi calidad de integrante de dicha Comisión, haciendo referencia al documento emanado de ella titulado, el artículo, “Afirmación del socialismo” (14 de mayo de 1992; p.12). Cuando dirigentes socialistas me solicitaron que ayudara, a través de mi participación en el WUS, a retornados de ese partido, a profesionales e investigadores jóvenes por ellos recomendados, hice lo posible por satisfacer esas peticiones, dentro de las normas generales de la institución. Pero no participé en ninguna red partidaria; en ninguna reunión de algún núcleo de base ni coticé cuota alguna como militante. Es decir, me mantuve como un simpatizante independiente.
En este año 2016 me causó curiosidad una declaración del economista y político Carlos Ominami, quién a propósito de investigaciones que sobre financiamiento ilegal de campañas políticas que realiza el Ministerio Público, se quejaba de haber sido imputado por delitos tributarios. Aducía como uno de sus antecedentes a valorar el haber sido un opositor al régimen militar y haber corrido peligro por ello. Con seguridad que pudo correr peligro, en algún momento. Sin embargo, debe considerar que su oposición, heroica como se desprende de su declaración, fue compensada por el hecho de que él salió al exilio en 1973, pronto después del golpe militar, y que pudo no sólo estudiar y obtener un doctorado de Tercer Ciclo en Economía (Ph.D), sino también obtener el grado superior de doctor de Estado en esa especialidad, en la Universidad de París. A su regreso no fue ni encarcelado ni inculpado de nada. Con el retorno de la democracia fue Ministro de Estado y Senador de la República, por dos periodos consecutivos, con las ventajas previsionales que ello conlleva para toda la vida. En ambas jerarquías representaba al Partido Socialista. Es más, su hijastro e hijo adoptivo Marco Enríquez Ominami, ex diputado socialista, ha sido candidato a Presidente de la República dos veces y, según ha declarado, también lo será en el 2017. En virtud de estas candidaturas ambos renunciaron a su Partido. Actualmente Carlos sigue como Presidente del think tank de la izquierda Siglo XXI. Comparado con los que no fueron al exilio sino que la mayor parte del tiempo estuvieron acá y asumieron responsabilidades a plena luz del día y no tuvieron ni de lejos las compensaciones que él obtuvo, su declaración no deja de ser una curiosidad que nos depara el devenir de los acontecimientos en este país. Curiosidad que ofende a muchos de ellos.
COLUMNISTA EN LA PRENSA EN DEMOCRACIA
Pasaron cinco años antes de que reanudara esta actividad voluntaria. Sólo hubo una excepción, en julio de 1994, cuando escribí un largo artículo a dos columnas publicado por el diario ESTRATEGIA dedicado a temas económicos con énfasis en noticias de interés para empresas. El artículo titulado “El Cobre Chileno y la Solidaridad Nacional” entraba al debate sobre la política del país sobre la industria del cobre, pilar fundamental de la economía nacional. Eran tiempos en que la incertidumbre, promovida en parte, por la globalización de la economía mundial y la creciente modernización tecnológica de la competencia internacional, más las tendencias a la disminución de la ley del mineral, los altos costos internos y la falta de entrelazamiento funcional con el resto de la economía, promovieron el surgimiento de varias propuestas sobre la estrategia nacional en torno a nuestro cobre. Se discutía la asociación de Codelco con empresas extranjeras. De hecho nuestra Corporación se asoció con la empresa norteamericana Cyprus Minerals (con el 51% de la propiedad) para explotar “El Abra”, uno de los minerales de óxido más grandes del mundo. Por otro lado, hubo propuestas para variar la propiedad estatal de Codelco y transformarla en propiedad social con cuatro categorías de propietarios: los trabajadores cupríferos, con un 5%; todos y cada uno de los chilenos, con el 30%; los Fondos de Pensiones, con el 35% y el Estado, con el 30%. Mi artículo analizaba estos temas.
Interrumpí mi abstención a publicar en la prensa porque el tema del cobre, de los minerales, de su fuerza de trabajo fue uno de mis intereses permanentes.
Es a partir de enero de 1995 que reanudo de un modo más permanente esta actividad. Ya en proceso de consolidación de la transición a la democracia los medios de comunicación escritos se abren a temas y a enfoques de ellos antes vedados. Además, curiosamente, los diarios que habían sido de oposición al gobierno militar fueron languideciendo hasta desaparecer, incluyen a “La Nación” órgano del Estado chileno. De modo que se abrió la oportunidad de publicar en el diario más antiguo y de mayor influencia en el país, “El Mercurio”. Además, en el sector de la prensa económica existían dos diarios en competición “Estrategia” y “El Diario” que se transformaría, más tarde en “El Diario Financiero”. En esta competencia ganó “El Diario”, su oponente sigue con ediciones Online. Mis artículos en “El Mercurio” van desde el 26 de junio de 1995, el primero, hasta el 1 de marzo del 2000, el último. Y en “El Diario”, desde el 5 de enero de 1995 hasta el 22 de noviembre del 2000, el último.
Columnista en “El Mercurio”
Todos los artículos fueron publicados en la página dos del primer cuerpo, frente a la página del editorial. En esa época la página dos se distribuía de modo inverso al actual. De modo que los artículos de contenido iban en la parte superior y las cartas al director, en la inferior. La disponibilidad de espacio era mayor para los artículos. La mayoría de los por mí publicados ocupaban tres columnas, con una longitud de 28 cm., de modo que eran bastante largos para lo habitual en los periódicos. En los de tres columnas el diario añadía una pequeña ilustración con un motivo pertinente al contenido.
Los artículos van firmados como Manuel Barrera, Director del Centro de Estudios Sociales (CES); o como Consultor de Empresas; o, la mayoría, simplemente como Manuel Barrera. Los temas tratados se refieren a las grandes tendencias de la economía, la sociedad y su impacto en la población nacional. Si embargo, el primer artículo se refería a un tema específico. Esta publicación inicial me abrió la posibilidad para continuar con mis colaboraciones en temas de mi preferencia permanente. Las cosas sucedieron así.
En el año 1995 se realizaba en el país una amplia discusión sobre la propuesta de adhesión al Tratado de Libre Comercio (NAFTA), de los tres países de América del Norte. Tanto en Chile como en Estados Unidos había interés en la promoción de esta adhesión. Uno de los temas más discutibles del Tratado para nuestro país era el de los aspectos laborales. No recuerdo cómo el Centro de Estudios Sociales (CES) tomó la responsabilidad de organizar seminarios en Santiago, Valparaíso y Concepción para el análisis de estos temas. Análisis que incorporaron a destacados economistas y sociólogos; más un profesor de Derecho y líderes sindicales como expositores. El público convocado fue, en especial, dirigentes sindicales de esas ciudades, las tres más importantes del país. La actividad contó con el auspicio y el financiamiento parcial de parte de la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID). Tanto la Municipalidad de Concepción como la Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación prestaron valiosa colaboración. A mí me tocó la responsabilidad de dirigir la actividad; introducir los seminarios; proponer las conclusiones y editar la publicación con las exposiciones de los expertos, las preguntas de los participantes y las respuestas de los expositores. Todo ello fue grabado, editado y publicado al año siguiente:
Manuel Barrera (editor); CHILE. EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO (NAFTA) Y SUS ASPECTOS LABORALES; Santiago: Centro de Estudios Sociales (CES); 1996; 156 pp.
En la circunstancia del interés despertado por los seminarios no es extraño que hubiese algún contacto por el cual se me ofrecía la posibilidad de acceder al diario más importante del país, largamente cerrado para las personas políticamente progresistas.
A partir de entonces empecé a publicar en “El Mercurio” sobre temáticas generales y con énfasis sociológico. Sin ninguna sugerencia de parte del diario acerca de los contenidos de mis colaboraciones. Obviamente que también sin ninguna remuneración. Recuerdo que un día me encontré en un cine arte de la comuna Vitacura con un amigo de la época, el economista chileno Arturo León, a la sazón contratado por la CEPAL, quién después de felicitarme por los artículos leídos me hizo esa pregunta clave para un economista ¿y te pagan? No se si quedó desilusionado con mi respuesta: nada.
En primer artículo titulado “Hacia un Capitalismo No Dependiente” planteaba la tesis de que Chile vivía un proceso de transición del capitalismo dependiente al capitalismo nacional y del capitalismo limitado al expandido. “En Chile la economía capitalista ya no sólo organiza la producción industrial y minera, sino también ha penetrado fuertemente en la agricultura, la construcción, el comercio, los servicios, el transporte y las comunicaciones” Afirmaba que “la lógica que caracteriza tal sistema es hegemónica en todos y cada uno de los sectores económicos nacionales”, aunque no todas las actividades de las ramas económicas sea capitalista. Calculaba que “el 75 por ciento aproximadamente de la fuerza de trabajo chilena pertenecería a la economía capitalista” Se aludía luego a las variables que estaban favoreciendo tal proceso y los desafíos que el mismo planteaba. La definición de la calidad de independiente de una economía es su capacidad para tomar decisiones internas para su crecimiento. Se señalaban las dos dificultades más importantes que había que superar para alcanzar ese objetivo: a.- “el carácter restringido y precario del régimen democrático que organiza la vida política del país”. b.- “la falta de consenso acerca de las reglas del juego que rigen las relaciones entre los empresarios y los trabajadores”. (El Mercurio: “Hacia un Capitalismo No Dependiente”; 26 de junio de 1995; p. A2).
Tres días más tarde “El Mercurio” publica un análisis que realizo sobre una propuesta del Poder Ejecutivo tendiente a reformar la legislación laboral, bajo el título de “Difícil Objetividad Laboral” Uno de los temas es la negociación colectiva. Ayer (1995) como hoy (2016) se desató una airada discusión acerca de tal reforma, siendo uno de los temas más controvertidos (ayer como hoy) el de la negociación de los sindicatos interempresas. El artículo demuestra, con cifras, la excesiva descentralización que posee la negociación colectiva en el país, ya que
“se dispersa en una gran cantidad de eventos, cada uno de los cuales alude a una escasa cantidad de trabajadores….Los trabajadores que participaron en negociaciones colectivas en el bienio 1992-93 fueron 481.671…a fines de ese año (1993) estaban cubiertos por un instrumento emanado de una negociación colectiva realizada en ese bienio el 9,6 por ciento de los ocupados… Ello dificulta la posibilidad de establecer relaciones laborales modernas que permitan la constitución de actores sociales idóneos en el ámbito del trabajo para las tareas de desarrollo de largo plazo del país” (El Mercurio; “Difícil Objetividad laboral”; 29 de junio 1995, p. A2).
El tercer artículo publicado en el diario “El Mercurio” fue sobre el Tratado de Libre Comercio. Su título: “Razones del Nafta” El diario destacó en un recuadro y en negrita la siguiente frase:
“Los efectos de nuestra incorporación, aunque convenientes, no serían espectaculares. ¿Cuáles serían las desventajas?”
En dos columnas largas enumeraba las ventajas y las desventajas de la adhesión aprovechando, obviamente, mi participación en los seminarios arriba aludidos. (18 de agosto 1995; p. A 2). En la ocasión Chile no se convirtió en miembro pleno del NAFTA. Sin embargo, los acuerdos comerciales con EE.UU., Canadá y México han posibilitado que las importaciones de ese bloque paguen, hoy en día, el arancel aduanero más bajo en Chile, un 0,52% en promedio. Arancel menor que el de los países de América Latina y el Caribe (0,69%); Europa (0,74%); Oceanía (0,98%), todos promedios. Asia, África y Medio Oriente tienen aranceles efectivos más altos. Cifras de la Dirección de Relaciones Económicas Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, para el año 2014.
Un intermedio de dos semanas
Hoy 11 de abril 2016 reanudo este escrito que he tenido abandonado. Es que la vida no se detiene y el presente tiene poderosos imperativos. Los llamados del presente no pueden desoírse, aunque su música no sea melodiosa. El adulto mayor vive pendiente de su salud, porque las molestias de las enfermedades así se lo imponen. Este año hube de volver a la Clínica Odontológica “Megasalud” para la extracción de la muela del juicio, el 24 de febrero. Actualmente sigo con la vacuna oral contra la alergia, la que me provoca permanentes molestias. Desde hace ya siete años, o quizás más, me acompaña una sensación molesta y alarmante en la cabeza que consiste en que se me pone un casco imaginario que se acompaña con un pesadez exterior y un malestar interior. Todo lo cual me produce una inseguridad y un temor de que pudiera perder el control de mi cuerpo, ya que se acompaña con una inestabilidad al caminar por lo que tengo que apresurar el paso. La sensación de mareo, o el débil mareo real, me hace esquivar las paredes en el departamento y sentir alivio si voy a la cama y me pongo a leer un diario o revista.
Esta inseguridad proviene desde que mi médico cardiólogo Ramón Corbalán Herreros me envió al Centro Radiológico “Fleming” donde me hicieron una “Ecotomografía Doppler Color Carotídea y Vertebral Bilateral”, cuyo sólo nombre me produce fuerte rechazo. Conservo el informe del Médico Radiólogo, la mayor parte del cual me suena a idioma chino, ahora abundante en las calles de mi barrio en Las Condes. Sin embargo, dos frases del apartado que llaman Impresión Diagnóstica me alarmaron. Ellas son: “Leve ateromatosis carotídea bilateral no estenosante de aspecto estable de predominio en bifurcaciones.” La segunda: “Signos de obstrucción hemodinámicamente significativa distal, probablemente en territorio intracraneal de arteria vertebral izquierda” Este examen tiene fecha marzo de 2011. El Dr. Corbalán intentó otro examen, pero debido a mi alergia a los mariscos y al salmón no pudieron hacerlo ya que debían ponerme una inyección que contenía yodo. Actualmente tengo una orden suya para realizarme una “Angio Tac vasos del cuello”, que procuraré hacerlo en los próximos días. Durante varios años el médico no le ha asignado mucha importancia a estas sensaciones que tengo pues los síntomas de malestar desaparecen cuando converso con amigos o cuando escribo estas líneas. Más bien cree que los malestares a la cabeza proviene de aprehensiones psicológicas e insiste en que estoy bien protegidos por los medicamentos que tomo actualmente. Dicho al pasar el total de ellos hacen 10 grageas diarias más tres diferentes cremas para la piel y la famosa vacuna oral que espero terminen en dos meses más. A veces me da temor salir solo a la calle. También rehuso manejar. Solo lo hago ocasionalmente y por distancias cortas y a destinos habituales. Y acompañado con Emilia. No sé que haré cuando ella se ausente.
El alivio que sentía al escribir ha desaparecido en parte desde que tomo la vacuna oral contra la alergia, que empecé el mes de febrero de este año, y que me tiene en estado de debilidad ya que el cansancio ocurre más pronto que antes. Por lo mismo he dejado de hacer mis ejercicios cotidianos.
Fuera de estos males personales debo agregar la preocupación por la salud de mi única hermana/o. Motivados por esta situación hemos ido la semana pasada de lunes a viernes a Viña del Mar/Reñaca. Por dos días nos acompañó una amiga rusa de Emilia, Olga, quién vivió en Reñaca unos años y añoraba un paisaje que había empezado a pintar y deseaba terminarlo. Sucedió que el paisaje ya no se veía como antes por lo que intentó conciliar mar y costa, mirados desde una terraza en la pequeña localidad de Cochoa, contigua a Reñaca. En dos sesiones dejó iniciados dos óleos. En cuanto a mi hermana la visitamos con Emilia dos días y la encontramos en un estado penoso. Desde el primer momento que la divisé me dí cuenta que ya no podría seguir viviendo sin tener presente los vaivenes de su salud. Me he propuesto llamarla todos los días y monitorear, en lo se pueda, su situación. Allá tomé contacto con su “nana” que la atiende dos veces a la semana. Una persona seria e inteligente. Antes estaba en comunicación con otra persona que también la ayuda de vez en cuando. Mi hermana vive sola desde la muerte de nuestra madre en abril de 1976. Es dos años menor que yo.
Yo, optimista, pensaba avanzar en esta escritura con el aire marino. Llevé mi Mac, pero aparte de una rápida revisión del correo y algunos infaltables pagos no pude hacer más. Era imperdonable no salir a caminar a orillas del mar siempre agitado, azulado en días de sol, generoso de gaviotas, pelícanos y lobos marinos. Bellas formaciones rocosas, incansable oleaje, horizonte infinito, crepúsculo multicolor. Embobada contemplación.
Vuelvo a mis opiniones en “El Mercurio”
Hoy es lunes 18 de abril de 2016. Toda la semana anterior se pronosticaba mal tiempo, el que se hizo esperar más de la cuenta de modo que a mitad de semana afloró el escepticismo y desconfianza frente a los meteorólogos. En un año en este fenómeno, el de la desconfianza, se ha convertido en moneda corriente en la sociedad chilena. Sin embargo, a partir del viernes se dejó caer un poderoso temporal en la zona central del país que trajo grandes perjuicios no sólo en las localidades cercanas a la cordillera sino también a la ciudad de Santiago en los sectores altos y en la muy tradicional y elegante comuna de Providencia. Las aguas del Mapocho se colaron por un hoyo dejado por una empresa que está construyendo un túnel e inundaron el sector financiero y el más comercial de dicha comuna. Todo esto he retrasado nuestros planes de viaje a San Felipe y diversas gestiones en Santiago.
Volvamos al grano. Mi relación con “El Mercurio” para los efectos de la publicación de estos artículos era muy simple. Yo los escribía en la ocasión en que deseaba opinar sobre un tema que me parecía de interés. Los redactaba en mi PC en el departamento en que vivía, en Word Perfect, y los enviaba por fax al editor. Si ellos eran más largo que una columna habitual en la prensa, el editor buscaba una ilustración a su buen entender. Esa ilustración la acompañaba con un párrafo que seleccionaba del artículo. También elegía otro párrafo para destacarlo en un recuadro que colocaban en la mitad del texto en negrita.
Los temas que me interesaban estaban lejos de la línea editorial del diario, con pocas salvedades. Es así, por ejemplo el publicado el 6 de noviembre del 1995 “Globalización y Exclusión Social”. El párrafo del recuadro decía:
“La meta de un país moderno es integrar al conjunto de la sociedad, es decir, lograr constituir una unidad nacional en que todos participen del mercado, de la vida política y de la cultura nacional”
En tanto que en una ilustración en que aparecía unas viviendas destartaladas, hechas de materiales precarios, propias de los campamentos nacionales, antiguamente llamados “poblaciones callampas” decía:
“La exclusión social más importante en nuestro país no proviene –como en los países europeos- de una `nueva pobreza’ asociada a cambios tecnológicos y reestructuración económica. Ella proviene de una integración inconclusa de la nación”
Se incluyen algunas cifras sobre pobreza e indigencia.
“No es aventurado afirmar que aproximadamente el 25 por ciento de la población del país formaría parte de ese núcleo duro de la pobreza” (El Mercurio; “Globalización y Exclusión Social”; 6 de noviembre de 1995; p. A 2)
Tres años más tarde, el 14 de diciembre de 1998, vuelvo al tema de la globalización en artículo titulado “Identidad Nacional y Globalización”. En un párrafo digo:
“La globalización afecta también la subjetividad de las personas. El marco valórico a disposición de las conciencias individuales es, a la vez, más amplio y más relativo. Las expectativas de las personas se encaran a un horizonte casi infinito; sus emociones y sentimientos pueden hacer referencia a un mundo sin fronteras. Sin embargo, los arraigos fundamentales de la subjetividad con relación a la sociedad mayor siguen siendo la identidad nacional y sus símbolos, en los cuales nos reconocemos como sujetos y como pueblo. Orientaciones fundamentales para la subjetividad son las respuestas a las preguntas “nacionales” básicas: ¿quiénes somos?, ¿qué queremos como nación?, ¿hacia dónde vamos?. La globalización no nos provee de una identidad supranacional. En verdad, a la fecha, ella acarrea más confusión y desamparo a la conciencia individual que orientación y acogida” (El Mercurio; “Identidad Nacional y Globalización”; 14 de diciembre de 1988; p. A 2)
Con este artículo sucedió algo curioso. Dos meses y medio más tarde, el 24 de febrero del 1999, “El Mercurio” lo reprodujo textualmente bajo el título “El País y la Globalización”. Cambió el recuadro y la ilustración, tanto la imagen y la frase a su lado.
Respecto del tema de la pobreza se publicaron cuatro artículos entre enero y octubre de 1996. El primero titulado “¿Qué es la pobreza?” que comienza del modo siguiente:
“Es curioso que, no obstante, el unánime interés que existe en las esferas políticas, sociales y gubernamentales por la pobreza en Chile, se haya reflexionado tan poco acerca del significado del concepto pobreza.
Tal es así que tanto el Gobierno como el país, utilizan para los efectos de la política social una medición en vez de un concepto. La pobreza ha sido asociada a una cifra más debajo de la cual ella existe y más arriba de la cual ella no existe. Lo mismo sucede con el concepto de indigencia. De modo que los indigentes dejan de serlo cuando una medición de sus ingresos sube de una determinada cifra. ¿Serán estos fenómenos tan sencillos? ¿Bastan unos pesos más o unos pesos menos para salir de una condición y entrar a otra? Naturalmente que es posible imaginar que la falta de reflexión conceptual sobre el fenómeno determine una visión esquemática, simple y equivocada sobre una realidad que, sin lugar a dudas tiene múltiples dimensiones, es asaz compleja y engloba la vida las circunstancias de millones de personas.”
El párrafo final comienza así:
“La pobreza es, sin duda, una realidad compleja. Su cabal comprensión requiere de una aproximación intelectual multidimensional. De este modo surgirá un concepto -que necesariamente debería ir más allá de una medición- lo que permitiría el diseño de políticas públicas y privadas que hicieran referencia a los variados aspectos que conforman la situación de pobreza y la situación de indigencia.”(El Mercurio; ¿Qué Es la Pobreza”; 24 de enero de 1996; p. A 2)
“Perfil Laboral de los Pobres” utilizaba los resultados de la encuesta Casen de 1994 para presentar la posición de los pobres en la fuerza de trabajo a través de numerosas variables. De ese ejercicio se derivaron tres ámbitos temáticos a estudiar y sobre los cuales actuar:
“…cómo se configura en nuestra sociedad el estar fuera o dentro del mercado de trabajo (los pobres: 34.6% trabajaba y 63% no trabajaba); qué sucede dentro del mercado de trabajo que existen salarios que mantienen a muchos trabajadores en calidad de pobres (60% de los pobres ocupados tienen contrato permanente); y qué sucede con las personas que habiendo alcanzado relativamente altos niveles educacionales continúan siendo pobres (38.5% de los pobres tienen educación básica completa o más. Sólo el 6.7% no sabe leer ni escribir).” (El Mercurio; “Perfil Laboral de los Pobres”; 13 de marzo de 1996 p. A 2)
En el año 1996 dos otros artículos versaron sobre el tema de la pobreza. En el primero se insiste que como lo remarcó en recuadro que:
“Frente al problema de la pobreza es necesario que el Estado, de consuno con la sociedad, movilice con mística las fuerza del país” Se agrega:
“Pero es el caso que nuestra sociedad civil aún no está suficientemente articulada ni tiene los mecanismos idóneos para asumir esas tareas” (El Mercurio; “Solución a Problema”; 7 de septiembre de 1996, p. A 2)
El último publicado el 8 de octubre se titulaba “Crecimiento, Pobreza y Desigualdad” Es un artículo largo en que se procura establecer una relación numérica entre crecimiento y disminución de la pobreza, comparando dos períodos: 1987 a 1990 y 1990 a 1994. En el primero
“se necesitaron 4,8 puntos de crecimiento del producto para disminuir un punto de pobreza” en tanto que en el segundo periodo “por cada 2,7 puntos de crecimiento del producto la pobreza disminuyó un punto…¿Cómo explicar estas diferencias numéricas? Parece obvio que la explicación se encuentra en la naturaleza de las políticas sociales. Políticas sociales probadas y más amplias mejoran la relación que se establece entre crecimiento y menor pobreza.
…Mantener esa relación cuantitativa no es fácil ya que a medida que disminuyen los pobres las personas que permanecen como tales son las que tienen mayores dificultades personales o sociales para dejar de serlo.
…La reducción de la pobreza habida en Chile se ha dado junto a una profundización de las desigualdades en la distribución del ingreso y la riqueza. De donde se colige que pobreza y desigualdad son fenómenos distintos.” (El Mercurio; “Crecimiento, Pobreza y Desigualdad”; 8 de octubre de 1996; p. A 2)
Otro tema vinculado en buena parte con el de la pobreza es el desempleo juvenil. En el artículo “Desempleo Juvenil” se señala que este grupo etario va desde los 15 a los 24 años, en el cual se distinguen para fines de análisis dos subconjuntos: los más jóvenes de 15 a 19, y los mayores de 20 a 24. En esa época de los jóvenes que formaban arte de la fuerza de trabajo y pertenecían primer grupo estaban desempleados el 19,6% y el 13,7 % de los mayores. Según la Encuesta Nacional del Empleo del INE en el trimestre abril-junio de 1988. Alrededor de la mitad de los más jóvenes que trabajaban lo hacían en el sector informal de la economía, el 46%.
“Como es sabido este sector tiene baja productividad, bajos salarios, es defácile entrada y de fácil salida, pocos tienen previsión social y casi nadie contrato de trabajo. De modo que casi la mitad de los menores empleados lo está en una condición de empleo incompleto, precario”
Naturalmente un número considerable de jóvenes no formaban parte de la fuerza de trabajo ni del sistema escolar.
“¿Qué dicen los expertos acerca de la solución de este problema? La respuesta pasa siempre por programas de capacitación, por mayor información acerca del funcionamiento del mercado de trabajo, por la creación de instituciones laborales como la del aprendiz, por a disminución del salario mínimo y otras semejantes. Sin embargo, cada vez es más claro que dentro del mercado de trabajo no hay solución para el problema global del desempleo juvenil”.
En el artículo propongo diferenciar las posibles soluciones según los dos subconjuntos.
Al grupo de jóvenes mayores se podría aplicar políticas propias del mercado de trabajo como las anteriormente enunciadas y al grupo de los jóvenes menores se debería aplicar políticas propias del sistema educacional.
Planteamos que el desempleo de los jóvenes de 15 a 19 años no es un problema laboral sino uno educacional. Si se sigue tratando como un problema laboral lo más probable es que estos niños caigan en estados antisociales o se conviertan en trabajadores pobres. En ambos casos el círculo vicioso de la pobreza intergeneracional se activará. Tratar este tema como un problema educacional significa evitar la deserción prematura de niños del sistema escolar, hacer atractivas las escuelas para niños pobres cuyos padres esperan que sus hijos aprendan un oficio que les posibilite acceder a un trabajo, agregarle más capital humano a esta generación de chilenos y acortar sus años de vida laboral (que incluyen el desempleo) a favor de sus años de formación. (El Mercurio; “Desempleo Juvenil”; 10 de noviembre de 1998; p. A 2)
Dos artículos publicados en el año 1998 aluden a un tema que también se volvió a plantear en el crucial año 2015: me refiero al malestar social. El primero de ellos fue publicado en abril y el segundo en julio de aquél año. El del mes de abril planteaba que el proceso que va desde la pobreza y el atraso al desarrollo y la modernización suele ser doloroso. No acarrea de por sí el bienestar y la satisfacción a todas las personas y grupos sino que para amplios sectores provoca un malestar que, en nuestro caso, se ha manifestado en el aumento de conductas antisociales, mayor consumo de antidepresivos y desinterés por ejercer los derechos ciudadanos, entre otros. Y no sólo en respuestas a encuestas, aunque también en ellas.
En efecto, “en el reciente estudio del PNUD Desarrollo Humano en Chile-1988. Las Paradojas de la Modernización el malestar adopta, en la percepción de los entrevistados, la forma de una cierta percepción de miedo e inseguridad en especial frente a la delincuencia, a la falta de confianza en la sociabilidad, al temor a las enfermedades, a la incertidumbre previsional, a la instabilidad laboral”… Dado que el malestar social “se manifiesta por una inquietud difusa que corresponde más a un estado de ánimo que a un juicio certero sobre la realidad objetiva” no existe “una correspondencia exacta entre las condiciones de vida reales y la percepción que se tiene de ellas...Relaciones sustantivas y equilibradas entre personas, organización social y poder político podrán aminorar el peso de los factores que conducen al malestar social y aumentar las posibilidades de la alegría colectiva” (El Mercurio; “Malestar Social”; 9 de julio de 1998; p. A 2).
“El paternalismo ha desaparecido como orientación general de nuestras relaciones sociales y políticas. Tampoco hay lugar para el prebendismo masivo en las prácticas políticas el Estado y los partidos. Y, muy por el contrario, el libre mercado privilegia la responsabilidad individual. es la persona privada la que debe asumir las decisiones importantes para sí y su familia. Toma las decisiones y debe proveer el financiamiento. Es poca, si alguna, la ayuda que proviene de fuera: la empresa, la comunidad, el partido, el Estado. De modo que la satisfacción de las necesidades y los resguardos frente a las contingencias dolorosas de la vida son de responsabilidad privada. Y ello es nuevo en nuestra cultura y puede ser muy penoso para muchas personas que no están suficientemente provistas con los medios adecuados. …
El libre mercado no genera los valores ni las modalidades de convivencia para lograr la felicidad en la vida familiar y en la cotidianidad; no provee la sabiduría para la tranquilidad espiritual, la paz consigo mismo y el prójimo; no educa para el gozo con las cosas simples de la naturaleza y la convivencia humana. Es natural, entonces, que una sociedad que ha basado hasta ahora su desarrollo sólo en el crecimiento económico y en una democracia insuficientemente sólida, contenga a millones de personas pobres y otras de clase baja, media e, incluso, alta que se sientan altamente insatisfechas. El malestar social que ha acompañado al desarrollo chileno en estas dos últimas décadas obedece a razones propias de la lógica del cambio social acelerado, por un lado, y al difícil proceso de constitución de los hábitos, la mentalidad y los valores funcionales al tipo de economía y sociedad de fines del milenio, tan diferentes a los que hemos tenido en nuestra historia, por el otro”. (El Mercurio; “Desarrollo y Malestar Social”; 29 de abril de 1998; p. A 2)
En tiempos de la crisis asiática, de senadores designados y del senador vitalicio Augusto Pinochet, el 11 de diciembre de 1997, se realizaron elecciones parlamentarias que denotaron un hondo malestar de la ciudadanía por la situación del país. Lo que se reflejó en el 16% de la población de 18 años y más que no se inscribió; por el 11,5% que estando inscrito no votó y, principalmente, por 12,8% que votó nulo o blanco. En el artículo de tres columnas “Nuevo Escenario Político” analizo las posibles razones y las eventuales consecuencias de este comportamiento. En una de las conclusiones digo:
“Aparentemente la política de los consensos no posee ya la fuerza de atracción suficiente para reencantar a los desencantados”
Varias preguntas surgieron en el análisis. Referidas al comportamiento de los senadores designados ex jefes de instituciones armadas y de orden.
“¿Qué vínculos mantendrán entre sí y con las instituciones de las que provienen? “¿Ejercerá el senador Pinochet algún liderazgo político?”
Preguntas sobre las futuras candidaturas presidenciales y las decisiones al interior de las dos alianzas ya que en la derecha RN debería apoyar por tercera vez a un candidato de su aliado la UDI. En la Concertación por primera vez el PDC debería apoyar a un candidato surgido de las filas de sus aliados. Sobre las movilizaciones y conflictos sociales, y la mantención de la política económica por parte del gobierno del presidente Frei.
“¿Cuál será la conducta de la izquierda concertacionista en esta disyuntiva? … “ Estos son los principales interrogantes que no tienen una respuesta clara y precisa por el momento. En virtud de ello la situación política anterior a las elecciones ha variado de tal modo que se puede afirmar que ha surgido en el país un nuevo escenario político” (El Mercurio; “Nuevo Escenario Político”; 26 de enero de 1998; p. A 2)
Otros artículos aludían al nivel de integración de la sociedad chilena:
“Nuestra sociedad tiene un nivel de integración que le permite funcionar como un ente unitario, aunque si nivel de desigualdad es alto” Y agregaba: “Por ello, una sociedad democrática moderna que quisiera defender el nivel de integración alcanzado absorbiendo con éxito el impacto de los procesos exógenos deberá reunir entorno a su identidad al conjunto de los pertenecen a ella. El actual proceso de modernización asume que ese logro sólo es posible si se realizan esfuerzos políticos, económicos y culturales que encaminen a la sociedad hacia el ideal de la igualdad de oportunidades” (El Mercurio; “Integración Social”; 18 de junio de l998; p. A 2).
Ya en un artículo anterior alertaba sobre algunas grietas en el consenso alcanzado a fines de los ochentas respecto del modelo de desarrollo capitalista y de democracia restringida. Ponía como ejemplo las movilizaciones estudiantiles y la actitud del movimiento sindical. (“Grietas en el Modelo”; 5 de diciembre de 1997)
El último artículo publicado en El Mercurio, titulado “Política Económica y Social” se refería a las restricciones que la globalización; los entidades transnacionales (organizaciones mundiales, empresas) y los automatismos del mercado ponen a los países emergentes, en el diseño autónomo de sus políticas económicas. Agregaba que:
“…las sociedades que viven bajo el modelo de libre mercado van acumulando grandes problemas sociales cuya resolución se desconoce, por lo que no existe la posibilidad de conformar, respecto de ellos, una especie de “estado mayor” que, aunque disperso entre el Estado, los entes privados, la prensa, las Universidades permita, como en el caso de la economía, concordar una política que emane de un conocimiento técnico bien fundado. Se carece tanto de conceptos como de instrumentos apropiados de validez general. Tanto en materia de soluciones de los problemas como de los instrumentos a utilizar sólo existen aproximaciones que han sido eficaces en situaciones específicas….Se concentra ahí la necesidad de políticas creativas, basada en conocimientos múltiples, que concilien el desarrollo de la economía con la vigencia de los principios democráticos y con las necesidades y aspiraciones de la gente común…estas políticas deben hacerse con el concurso de las personas, tomándolas en cuenta, informándolas e informándose de ellas, es decir, con su participación. Y este procedimiento es también política social.” (El Mercurio; 1 de marzo del 2000; p. A 2)
¿Por qué dí por terminada esta colaboración desinteresada? En parte porque con ella pretendía, al comienzo, darle más visibilidad al Centro de Estudios Sociales (CES) que, como muchas ONGs independientes de los partidos, nacidas en tiempos de la dictadura militar, paradójicamente comenzaron a tener enormes dificultades para subsistir, con la llegada de la democracia. En efecto, la ayuda internacional se volcó al Estado y el Estado democrático no creó los mecanismos adecuados para asegurar esa subsistencia. En el mediado plazo los partidos crearon sus propios centros de estudio. Pocos funcionaron como tales, la mayoría no. A la altura del año 2000 el CES había desaparecido. Por otro lado, yo mismo estaba a pronto ha asumir una responsabilidad diplomática. Estaba a la espera de la terminación de los trámites burocráticos para viajar. No más artículos, apenas unas 3 ó 4 cartas al Director. Una de ellas se titulaba, por cierto, “Normativa Laboral” ya que en ese año 2000 como ahora en el 2016 se discutía un reforma laboral, cosa frecuente en Chile. Es un país más preocupado en dictar normas que en asegurar su cumplimiento. La carta, de dos columnas, termina con la siguiente frase:
“En suma, la legislación laboral puede llegar a ser una normativa más importante, sencilla y breve que lo que nunca fue. De principios tan sólidos que no se permita el incumplimiento. De tan amplia posibilidad para la adaptación a las nuevas circunstancias por las partes que la intervención del Estado se minimice y el conflicto social se canalice por las vías del diálogo y el acuerdo” (El Mercurio; 3 de abril de 2000; p. A 2).
Nunca recibí de parte de la redacción del diario ni menos de la Dirección una nota de agradecimiento, de aprobación de los artículos o de rechazo de alguno. Toda esta relación quedó en un acuerdo tácito, silente, voluntaria. Yo tenía claro que “El Mercurio”, que apoyó a la dictadura, consentía mi colaboración porque los temas y la forma a abordarlos le permitía aparecer con amplitud ideológica, tolerante a otras ideas, abiertos a planteamientos políticamente progresistas. Más afines a las ideas modernizadoras que aquéllas tradicionales que habitualmente difunde. Así se adaptaba a los nuevos aires democráticos. A lo largo de la historia ha sabido hacerlo, sin renunciar a la defensa de los intereses del gran empresariado, de la clase alta y del conservadurismo católico. Todo ello con convenientes matices. Por mi parte estaba agradado porque todos los artículos se publicaron en forma destacada en la página 2 del primer cuerpo frente a la página editorial, otorgándole todo el espacio necesario con recuadros en negrita e ilustraciones, que lo hacían más fácil de leer. Y, claro, El Mercurio era y sigue siendo el principal periódico del país. El decano de la prensa nacional, como gusta llamarse.
Columnas en “EL DIARIO” Ediciones Financieras
En la década de los noventas existían dos diarios dedicados a los temas de negocios, finanzas y empresas. “Estrategia”, subtitulado “El diario de negocios de Chile”, fundado en octubre de 1978 y “El Diario”, que tenía como subtítulo “Ediciones Financieras”, fundado en octubre de 1988. Este último tomó posteriormente el título de “Diario Financiero”. Ambos comenzaron en formato tabloide y ambos se publican actualmente en versiones online. “Estrategia” se caracterizaba por traer mucha información económica, pero con poco análisis. En tanto que su competidor se caracterizó desde sus inicios a una visión noticiosa más amplia.
A raíz de una propuesta realizada por el destacado ingeniero Efraín Friedmann acerca de una hipotética recomposición de la propiedad de Codelco, publicada en “Estrategia” el 27 de junio de 1994, yo escribí en ese medio un artículo titulado “El Cobre Chileno y la Solidaridad Nacional” comentado dicha propuesta. Fue publicado dos semanas después del artículo de Friedmann, el 13 de Julio. Al parecer fue la única publicación realizada en él.
Al revés en “El Diario” tuve una fructífera relación. Comenzó con tres artículos en el año 1995. Dos sobre temas laborales a propósito de reformas a la legislación correspondiente que se discutía en el Parlamento. Para mostrar que no hay nada nuevo bajo el sol cito del artículo “La Difícil Objetividad en el Ámbito Laboral”:
“El poder Ejecutivo ha propuesto al Parlamento varias reformas a la legislación laboral. A propósito de ello se ha desatado en los medios de comunicación una airada discusión acerca de una de esas propuestas: la que modifica la negociación colectiva. En este artículo presentamos algunas informaciones que pueden servir para evaluar el grado de objetividad de las opiniones que se han dado sobre tal modificación”
Después de entregar las cifras para definir cuantitativamente esta institución laboral se señala que en 1995 como ahora en 2016
“Uno de los puntos más controvertidos es el de la negociación de los sindicatos interempresas, que agrupan a trabajadores de dos o más empleadores” Para finalizar: “La conclusión obvia que se obtienen de un estudio objetivo de las disposiciones legales y las cifras acerca de esta institución laboral es que en Chile ella se dispersa en una gran cantidad de eventos cada uno de los cuales alude a una escasa cantidad de trabajadores. Ello dificulta la posibilidad de establecer relaciones laborales modernas que permitan la constitución de actores sociales idóneos en el ámbito del trabajo para las tareas del desarrollo de largo plazo del país” (El Diario; 6 de junio de 1995)
En un artículo anterior denominado simplemente “La Negociación Colectiva” señalaba que: “En la realidad nacional se distinguen tres ámbitos en los cuales se da la negociación colectiva: el de la empresa, el intermedio y el nacional”.Enseguida me extendía latamente al respecto. Artículo largo y novedoso. (El Diario; 5 de enero de 1995)
El 16 de junio publicaba un tercer y último artículo en este primer periodo de mi colaboración con este periódico “Chile: hacia un Capitalismo no Dependiente” el 16 de junio de 1995. En estos tres mi nombre iba al final del artículo y se agregaba: Centro de Estudios Sociales (CES) Director. En los dos últimos me identificaba, además, con un foto del rostro, con mi nombre debajo de ella.
Después de junio del 1995 no vuelvo a publicar en este medio hasta tres años y cuatro meses más tarde. En ese entonces había cambiado de color y de dueño. Utilizaba el papel anaranjado que distingue a los medios económicos en el mundo, a la usanza del diario inglés  “Financial Times”, y el empresario Ricardo Claro era el nuevo propietario. Ya no me identificaron más como Director del CES. Mi nombre iba ahora inmediatamente después del título del artículo, al lado una foto del rostro y bajo ella decía “Consultor de empresas”, aunque nunca una empresa económica me ha consultado algo.
En efecto, a partir de octubre de 1998 empiezo a publicar sistemáticamente artículos en el renovado “El Diario” Ediciones Financieras. Al revés de lo que había sucedido con las colaboraciones anteriores esta vez me entendí con un directivo, el periodista Marcelo Castillo S., Editor Jefe. La idea fue que le enviase los días jueves, cada quince días, una colaboración. En retribución me enviarían todos los días un ejemplar del periódico. Aunque recuerdo que en una ocasión asumí como representante del periódico en una reunión de una empresa dedicada a la instalación de software con diferentes “mass media” locales. Fue interesante conocer la opinión y las actitudes de jóvenes ingenieros dedicados a incorporar nuevas tecnologías en empresas chilenas. Esta relación con “El Diario” duró hasta noviembre del 2000. Según mis archivos el último artículo fue publicado el día 22 de ese mes y su título era “La meta del bicentenario” y aludía a la aspiración desarrollista de avanzar hacia la incorporación del país al club de los países desarrollados.
Los temas tratados estaban más vinculados con procesos generales de la sociedad, la política y la economía. Menos ligados a la coyuntura nacional, aunque sin desvincularse totalmente de ella. Es decir, se tomaba una realidad específica del país y se vinculaba con conceptos surgidos en el análisis de esos procesos.
Así, por ejemplo, el primer artículo publicado en esta nueva fase se refería a un tema planteado en los preliminares de la competencia electoral para elegir Presidente de la República, votación que se realizaría, en una primera vuelta, en diciembre de 1999. El artículo se titulaba “Acerca de la igualdad de oportunidades” Después de mencionar los avances realizados en distintos órdenes al respecto, en el texto se definía el concepto:
“¿Qué es la igualdad de oportunidades? Es la equiparación de las posibilidades de las personas para alcanzar un status, es decir, una posición social (especialmente en relación a la educación, trabajo, ingreso, patrimonio, prestigio) acorde con sus capacidades. Lo que distorsione la relación entre status social y capacidad favorece la desigualdad social. La igualdad de oportunidades se refiere a la igualdad en el punto de partida, desde el inicio de la formación. El status que se logre en la llegada, es decir, en la madurez de su trayectoria, dependerá de las capacidades individuales. Por ello, este concepto difiere del igualitarismo ortodoxo que concibe a la igualdad como la similitud de oportunidades en la partida y del status, o posición social, en el punto de llegada. Y esta es, obviamente, una diferencia fundamental” (El Diario; “Acerca de la igualdad de oportunidades”; 9 de noviembre de 1998)
Ya en un artículo anterior se habían mencionado algunas estrategias. Una de ellas la del “crecimiento con igualdad”. Al respecto se agregaba:
“Se ha argumentado que no hay viabilidad en ella, ya que el crecimiento económico se relaciona más bien con el aumento de las desigualdades y no con su disminución. Este argumento es aceptable si se refiere a la primera etapa del crecimiento cuando lo más importante es la acumulación del capital. Pero no puedo serlo en sentido absoluto, porque significaría condenar a la humanidad al incremento de las desigualdades, lo que es imposible”. (El Diario; “El punto de partida”; 27 de octubre de 1999)
Ahora diríamos que ello sería inhumano.
Dada la orientación económica del periódico los temas vinculados con el trabajo, el empleo y el sindicalismo fueron tratados frecuentemente. Los cambios en la distribución de la fuerza de trabajo con su mayor concentración en los servicios y el comercio en detrimento de los sectores productores de bienes como la industria y la agricultura. El desempleo juvenil donde exponía mi tesis que una parte de él (jóvenes menores de 19 años) debería tratarse como un problema del sistema educacional y no como tema del mercado de trabajo. La pregunta acerca de si es posible el pleno empleo, expresión que se usa de un modo demasiado generoso e impreciso. Expongo que el empleo informal, cualitativamente, no es pleno empleo. Sostengo que dado el actual nivel de desarrollo económico y el avance tecnológico, más la movilidad internacional de las personas, el pleno empleo no es posible en los países de nuestro continente.
A un nivel más general escribo varios artículos acerca del significado cultural del trabajo tanto para la sociedad como para los individuos. Se alude a la pérdida de la centralidad social, económica e ideológica que el trabajo tuvo desde la Revolución Industrial. El trabajo ha dejado de ser un fin en si mismo.
“El empleo para los jóvenes aparece como provisorio, inseguro y a veces incompatible con una vocación. Ni obreros, ni profesionales, ni ejecutivos estás dispuestos a jurar fidelidad a un empresa, oficio, profesión, y ni siquiera a un país donde realizar su actividad laboral de por vida” (¿Pierde el trabajo su centralidad? El Diario; diciembre de 1998).
Por tanto, en otro artículo me pregunto si los viejos criterios acerca de la regulación del trabajo industrial, ordenado en sociedades nacionales, siguen siendo válidos en la economía globalizada y postindustrial. Digo que el modelo de la sociedad industrial
“se aplica, en verdad, hoy por hoy, a una escasa porción de la fuerza de trabajo, la que mayoritariamente no se organiza en sindicatos, no negocia colectivamente y, en gran número, ni siquiera tiene empleador y menos trabajo con duración indefinida. Y probablemente nunca pertenecerá a una empresa formalmente constituida. Es más, está claro que para un parte importante de la población simplemente no hay ni habrán empleos remunerados”.
El artículo comenzaba así:
“Los cambios en el mundo del trabajo que ha traído la economía globalizada y postindustrial son de tal magnitud que es indispensable pensar si ha llegado o no el momento de revisar, y quizás abandonar, el aparataje conceptual con el cual se ha definido y regulado hasta ahora ese mundo” (El Diario; “Un nuevo enfoque sobre el trabajo”; 14 de abril de 1999).
Para ejemplificar el cambio producido en torno al trabajo escribía, en enero de 1999, que el consumo y el ocio, que son el reverso del trabajo, han ganado posiciones como símbolos de status en la sociedad.
“Los trabajos se jerarquizan por el ingreso que posibilitan y no por consideraciones morales, sociales o técnicas. Dado que es el dinero el que permite el acceso al consumo, él concita la primera prioridad …El entusiasmo por consumir ha configurado una situación insólita. Esta actividad no sólo consiste en una simple transacción comercial sino que ella se rodea de un ambiente tal que se ha convertido en una entretención…integrando en ella al ocio…todo esto ocurre en “las catedrales del consumo”. los mall y los supermercados” (El Diario; “Trabajo, consumo y ocio”; enero de 1999).
Varios otros artículos se publicaron sobre el empleo motivado porque en el año 2000 se había generado un discusión en el país sobre el tema. Mi visión de las cosas era que:
“En Chile se ha realizado un debate parcial y cortoplacista sobre el empleo en las últimas semanas. Ninguno de los debatientes ha dicho nada sobre la necesidad de que el país tenga una política sobre el tema a partir de un hecho radical: con los criterios que se manejan habitualmente en el mundo de la economía y de la política nunca habrá empleos para todos los que lo necesitan. Por tanto frases como las que hemos conocido estos días de que “vamos a facilitar la plena incorporación de la juventud y de la mujer al trabajo” carecen de sentido si no se nos informa cómo se hará, ya que bajo las actuales condiciones eso es imposible”
Al respecto se aludía a dos artículos, a cuatro columnas cada uno, publicados en los meses de junio y julio del 2000 en que se entregaban numerosas cifras y verificaciones de organismos especializados chilenos e internacionales. Ambos titulados “Hablemos en serio sobre el empleo” (I) y (II). A partir de esas informaciones se explicitaban varias preguntas, entre otras las siguientes:
La más general “¿Cómo nos organizaremos para que todos puedan subsistir, los que tengan y los que no tengan empleo? Y otras más específicas: ¿Es atinada una política que estimule a los jóvenes a ingresar al mercado de trabajo, o es mejor invertir el máximo esfuerzo en una prolongada permanencia en el sistema escolar?; ¿quién tiene la prioridad absoluta: la mujer o el joven por ser tales o el jefe de hogar cualquiera sea su sexo o edad?; ¿conviene una jornada laboral con horario rígido y extenso o es mejor ir flexibilizando y rebajando su duración?; ¿son héroes o villanos los privilegiados que tienen dos o más empleos, cada uno con buenos salarios? (El Diario; “Un cambio radical sobre el empleo”; 19 de julio de 2000)
Retorno al presente
Hoy 15 de mayo 2016, quiero revisar mi situación personal. Es día domingo. El lunes retornamos de Viña del Mar/Cochoa adonde habíamos llegado el martes de la semana anterior. Tal como en esa ocasión fuimos motivados por la salud de María Eliana, mi hermana. La primera sorpresa fue que la “nana” , Sra. Edith, que la atendía dos veces por semana desde hacía 12 años había renunciado a su trabajo con ella. De modo que todo lo hablado, un mes atrás, quedó en nada. Según la Sra. Gerda que la atiende ahora tres días a la semana lo hizo, la renuncia, por cansancio con la actual situación. Una de incertidumbre respecto de compras, comida, pagos, toma de remedios, etc. Mi hermana no comía lo que preparaba y se alimentaba de frutas y dulces. La comida muchas veces se botaba. No disponía de efectivo para comprar sino de un tarjeta de débito la cual sólo la usaba ella, pero sucedía que en muchas ocasiones no estaba en condiciones de salir ni sola ni acompañada para ir a los negocios. En suma, un desastre. A mi siempre me había dicho que confiaba plenamente en la Sra. Edith. Que ella tenía llaves del departamento, lo que más tarde fue rectificado. El primer día que llegamos estaba muy nerviosa hasta que me dijo que había quedado sin plata, por lo que me pedía prestado $100 mil. Yo le dije que una vez que volviera a Cochoa esa misma tarde le haría una transferencia a su cuenta corriente. Al hacerlo la llamé por teléfono para avisarle ya que, aunque tiene computador nuevo, lo usa sólo para escuchar música. Nosotros le llevamos comida preparada para su almuerzo y pasteles chilenos de Curacaví que le encantan. Otro día que fuimos le pedí que sacara una copia de las llaves del departamento para la Sra. Gerda. Me dijo que no era necesario ya que tenía otro juego de llaves y se los pasó. Nuestra conclusión con Emilia: es poco lo que podemos hacer hasta que, más avanzada su enfermedad, haya que internarla en una casa de reposo, a lo cual ahora se resiste, como se resiste a mudarse de Viña y a vivir con otra persona. Siempre le ha gustado estar sola. Tiene gran resistencia a entablar relaciones más allá de las pocas amistades que conserva. Converso desde Santiago todos los días por teléfono. Así me voy dando cuenta del avance de la enfermedad. Olvida prácticamente todo lo reciente. Tiene recuerdos y añoranzas del pasado, en especial de los tiempos en que nuestra madre estaba viva. Es la única persona con la cual ha vivido de adulta. Todo ello me causa gran pena.
Viña del Mar es una ciudad donde viven muchos Adultos Mayores (AM). Se supone que su Municipalidad dispone de un robusto presupuesto. Yo me contacté con la Asistente Social de la unidad que se preocupa de tales adultos. Me interesaba saber si tienen algún programa de acompañamiento a personas mayores que viven solas y están enfermas. En Las Condes los llaman AM frágiles, para los cuales disponen de un grupo de AM no frágiles que voluntariamente se ofrecen a preocuparse de aquéllos. Acompañarlos al médico, a exámenes de laboratorios, a tomar un café de vez en cuando y conversar con ellos, etc. Pero en Viña no tiene ningún programa para como este. La Asistente Social a cargo conversó con mi hermana y le ofreció entradas al cine arte, invitarla a reuniones festivas de AM. Lo que no es lo que ella necesita.
Por otro lado, de vuelta a Santiago he seguido con la vacuna oral contra la alergia. Sucedió que al llegar al departamento de Cochoa Emilia puso la vacuna con su envoltorio tal como venía en el auto junto a carne helada en el congelador. Yo no me dí cuenta hasta la noche cuando fui a tomar la gota. La instrucción de la enfermera era no poner los frasquitos con el líquido en el congelador porque se convertía en agua. Yo calculo que estuvo siete horas ahí. En circunstancias que debía estar abajo para evitar su congelamiento. Al sacar el frasquito correspondiente el líquido estaba en ese estado, de modo que he seguido tomándolo estas dos semanas. Incertidumbre: ¿estoy tragando agua o vacuna? Sospecho que es vacuna porque he sufrido severas picazones y me han salido numerosas manchas rojas que combate mañana y noche con cremas especiales. Sabido que las vacunas son veneno en dosis pequeñas. Calculo que en dos semanas habré terminado con este, que es el tercer y último frasquito, de esta serie. Luego deberé ir al médico.
Lo que no pude hacer fue el examen a los vasos del cuello ya que en el Hospital de la Universidad Católica prefirieron postergarlo hasta estar seguro que el yodo que inyectan para tener “contraste” cuando examinan con los rayos no me produce alergia, como aparece en el último test realizado. Lo curioso es que en Viña/Cochoa/Reñaca no tuve las molestias que tenía en Santiago en mi cabezota. (¿nivel del mar?; ¿aire no contaminado como el de Santiago?) Algo bueno, pero sin claridad qué.
Mi vida ha trascurrido con la habitual indiferencia de los hijos y la reiterada ausencia comunicativa del nieto. En tanto, nosotros con Emilia hacemos planes para visitar en San Felipe a mis primos, ambos con achaques. Será una visita breve dos o tres días. De vuelta en Santiago deberé dar examen para renovar la licencia de conducir. Sólo en pensarlo me pone inquieto. ¿Me aprobarán?; ¿por uno o dos años?. Si me reprueban tendré que variar mi rutina cuando Emilia se ausente en Julio por unos tres meses y yo quede viviendo solo. Es uno de los mayores inconvenientes derivados de la nacionalidad de mi esposa, cuya familia (hija y nieta) residen actualmente en Praga y pronto se trasladará a Estambul, Turquía. Es el gran pero de este matrimonio. ¡Qué lástima haber encontrado una esposa con tantos méritos, tan gran compañera, y no estar seguro si llegado el último momento ella estará a mi lado!
Finalizo la revisión de las colaboraciones a la prensa de papel
Según mis archivos el último artículo publicado por “El Diario” fue el titulado “La meta del bicentenario” del 22 de noviembre de 2000. A fines de ese año tenía proyectado trasladarme a Suiza, lo que finamente aconteció en enero del 2001, a fin de pasar las fiestas de fin de año con mi familia, hijos y dos nietos en esa fecha los que luego aumentaron a cuatro. Al regresar al país sólo publiqué en plataformas digitales tanto websites de otras instituciones como los míos propios. Eso hasta el día de hoy.
El tema del bicentenario preocupaba a todos. La aspiración más mencionada por el optimismo de los medios era la de la incorporación de Chile al club de los países desarrollados. El artículo comentaba:
“Detrás de esta aspiración, está la noción de que con el desarrollo se resuelven los problemas sociales que agobian a una parte importante de la población. Aliviados de ellos, se hace posible un mayor bienestar para las personas aunque, obviamente, las necesidades sociales e individuales nunca desaparecerán del todo en la historia de la condición humana, así como siempre habrá motivos para la infelicidad.”
Al finalizar el artículo, aludiendo a las medios para alcanzar las grandes aspiraciones, se señalaba:
“En la época de la constitución y consolidación de los estados nacionales se pensaba en los grandes ideales y en los sacrificios patrióticos que la idea de nación implicaba. En la época de las revoluciones sociales las concepciones revolucionarias tenían tal fuerza que los combatientes arriesgaban su vida por ellas, y otros lo hacían por la defensa del statu quo. Hoy, con la economía de mercado y la democracia política, sólo es posible apoyarse en las virtudes ciudadanas y la solidaridad humana ejercidas de modo sereno, cotidiano y reflexivo, e impulsadas por un potente liderazgo político.
A propósito del bicentenario proponía, en octubre de 2000, que nos diéramos un Proyecto de País:
“Necesitamos ponernos en marcha y desplegar nuestra voluntad de ser hacia un horizonte de grandes ideales nacionales. Nos falta poseer y orientarnos por nobles aspiraciones, por sanas propósito de grandeza, por ambiciosos metas de progreso nacional, de desarrollo económico, social y cultural.
…. Chile no es un país atrasado. Es una sociedad en desarrollo. No ha alcanzado la meta del desarrollo sostenido, pero tiende hacia ella. Esta tensión no puede aflojar, porque en los tiempos actuales quedarse detenido significa retroceder. Para avanzar no solo es indispensable caminar sino que es obligatorio hacerlo rápido.
….Aparentemente, no es fácil que las sociedades complejas, con su diversidad de intereses y crecientes desigualdades, logren conformar ese conjunto de ideales colectivos que conforman la idea de un Proyecto de País. Sin embargo, la misma idea de nación, que provee una identidad distinta respecto de otras identidades nacionales, debería proveer las bases para que esa posibilidad tenga una concreción histórica. El bicentenario debiera encontrarnos guiados por un Proyecto de País que deberíamos definir desde ya. (El Diario; “Proyecto de País”; 25 de octubre de 2000)
En otro artículo, como todos estos de cuatro columnas, me refería a la finalidad última de este Proyecto de País.
“Metas y aspiraciones posibles no meramente utópicas. Ello quiere decir que se trata de anhelos profundamente enraizados en la actual realidad, que parten desde los datos objetivos que de ella emanan, aunque tratan de ir más allá de ellas, de superarla. La orientación para la selección de esas metas y aspiraciones no puede ser otra que lo que la comunidad nacional percibe como la definición en estos tiempos de la “buena sociedad”, que permitiría a los habitantes de este país tener un “buena vida”.
…A estas alturas de los tiempos pocos son los que dudan del aserto que una buena sociedad es aquélla que tiene un crecimiento económico rápido y sostenido.
…(Sin embargo) El crecimiento económico no tiene una justificación per se, es decir, no es un fin en si mismo. Tiene un sentido en cuanto posibilita alcanzar otros fines más importantes para las personas.
…Nada de la historia humana se justifica si no contribuye, en último término, a la felicidad de las personas”. (El Diario; “Una buena sociedad”; 8 de noviembre de 2000)

Varios artículos publicados en el año 2000 se referían a temas laborales y empleo. Eran tiempos en que como ahora en el 2016 la normativa laboral estaba en discusión. Por eso escribí “La normativa laboral” en que abogaba por la flexibilidad y por el respeto a la persona del trabajador y del empresario como conceptos ordenadores. Luego dos largos artículos “Bases conceptuales para la reforma laboral (I) y (II)”; (24 de mayo y También me refería a la relación entre “Flexibilización y negociación”, en que señalaba que “la intrincada, abundante y omnialusiva legislación es práctica del pasado…la conversación entre las partes, el diálogo, la lógica de los acuerdos, es decir, la negociación responsable sustituye, superándola, a la más sabia legislación”. Sobre el empleo escribí artículos titulados Cobertura escolar y empleo” (2 de agosto de 2000); “Educación general y trabajo” (16 de agosto de 2000);“Modernización, globalización y empleo” (13 de septiembre de 2000). Vinculado con esta temática había escrito antes “El sindicalismo que sobrevivió” donde señalaba que: “La existencia de un sindicato bien organizado, dirigido por un liderazgo capaz y responsable, es de beneficio tanto para los trabajadores como para la empresa” (17 de marzo de 1999).
Otro grupo de artículos vinculados por su contenido fue publicado el año 1999. Se trata de un proceso que también ha estado presente en estos dos últimos años en Chile al nivel de la sociedad y la política: el proceso de cambios. Desde el 2014 las reformas propuestas por el gobierno han sido centrales en la vida política y económica del país. Empecé con el artículo “El cambio en la organización”(El Diario; 9 de junio de 1999):
“El cambio continuo y acelerado trae consigo mucha perplejidad para el sentido común de las gentes. La adaptación a lo nuevo es difícil, sobretodo si no se han habilitado los mecanismos para facilitar dicha adaptación. Y en la mayoría de las esferas donde se da la acción humana esos mecanismos si siquiera se han diseñado”… Dado que los cambios ocurren en un ámbito que tiene una identidad (empresa, sociedad, comunidad, familia) que permanece, siempre existen elementos de continuidad que sirven de soporte para la orientación del sujeto. El cambio total no es deseable, aunque fuese posible, ni en las organizaciones ni en la sociedad.
Llegado el omento del cambio su realizaciones imperativa. De lo contrario, la organización se debilita y corre el riesgo de desaparecer. Es tarea del liderazgo definir ese momento. Su misión consiste en orientar a todos para la realización del nuevo objetivo y asumir la responsabilidad de su implementación”
El 15 de septiembre de 1999 se publicó “Cambios, ¿qué cambios?” Ahí se decía:
“El dilema no es, entonces, si hacer o o cambios, sino qué cambios hacer y con qué metodología para que tengan éxito y para que las consecuencias negativas que todo cambio importante trae consigo sean manejables”.
El 10 de noviembre de 1999 se publicó “Televisión y cambios culturales”. Finaliza con la frase:
“Una opinión pública, conformada a través de la experiencia de individuos aislados (más videntes que pensantes) frente a un mensaje central, y que es reforzada por resultados de encuestas que cultiva la misma TV, está cambiando las bases valóricas en que se sustenta la posibilidad del gobierno representativo y, por ende, la misma democracia”.
El 24 de noviembre de 1999 se publicó “Nuevas tecnologías y cambio social” Al finalizar se dice:
“Las nuevas tecnologías favorecen el individualismo, el aislamiento de las personas respecto de sus comunidades inmediatas y la fragmentación social. Ellas han provocado una pérdida de “capital social”, es decir de los rasgos esenciales de la organización social: de sus normas, de la confianza mutua y de las redes que mejoran la eficiencia de la sociedad al facilitar sus acciones de coordinación y solidaridad” También en el texto se dice: “ (hacen) a la sociedad civil y a la sociedad política menos atractivas y más distantes”
Todo ello se facilita ya que es posible apreciar un nuevo estilo tecnológico más amigable con el hombre común, una útil y más estética manifestación de la racionalidad instrumental de la cultura moderna. Así lo escribía en el artículo ¿La tecnología está más amigable? (El Diario; 10 de mayo de 2000)
Sobre este tema, dicho al pasar, publiqué un articulo en el sitio web de la Fundación Democracia y Desarrollo, titulado “El impacto de las nuevas tecnologías en la sociabilidad”; en septiembre de 2011.
El 5 de enero de 2000 se publicó “Continuidad y cambio”, artículo que como los anteriores hace referencia a la sociedad y a la empresa. De él es difícil extraer alguna frase que sea la más representativa. Como no tiene sentido transcribirlo todo he elegido las preguntas finales:
“Respecto del cambio que los líderes propongan lo fundamental para la personas es saber: ¿cuáles son exactamente esos cambios?; ¿cómo se implementarán (forma, ritmo, cuantía, participación); cuáles son los objetivos y cuáles los recursos políticos, institucionales, financieros, humanos involucrados?; ¿qué efectos tendrán esos cambios sobre las gentes y cómo se manejarán las consecuencias negativas?”.
En un viaje que realicé a Costa Rica tuve la grata oportunidad de conversar en la Fundación para el Desarrollo Sostenible, en una hermosa colina a las afueras de San José, con su director el ex presidente de Costa Rica, Ing. José María Figueres. Como es sabido su padre, “José Figueres, héroe de la Costa Rica moderna asentó en el país tres ventajas insuperables en la región centroamericana: paz, democracia, y estabilidad”. En los inicios del Siglo XXI este país afronta el desafío de la globalización y el cambio tecnológico procurando adquirir con rapidez ventajas competitivas.
“El gobierno de José M. Figueres puso el acento en el ecoturismo, la educación y la rápida incorporación de nuevas tecnologías…..Conocido el interés de Intel, el mayor fabricante de microprocesadores del mundo, de localizar una nueva planta fuera de Estados Unidos, el gobierno de Figueres manifestó su interés por recibir a esta firma”
Las negociaciones se prolongaron por 14 meses. Arribaron al país 24 misiones especializadas todas las cuales fueron recibidas por el Presidente. Se produjeron modernizaciones tanto en reparticiones estatales como en empresas privadas a fin de cumplir con estándares internacionales. En 1996 se tomó la decisión de construir la planta en Costa Rica. Durante este proceso el Presidente conocía los problemas que se iban presentando en la primera reunión de cada lunes. Resultados: en 1999 Intel fabricaba ahí el 25% de sus procesadores. En ese año el PIB fue uno de los de mayor crecimiento en América Latina. Las exportaciones del país aumentaron un 22% entre 1998 y 1999. “La industria de circuitos modulares y microestructurales constituía a noviembre de 1999 el 38% de la exportación de bienes” superando a la agrícola y a la manufactura.
“Como consecuencia de la localización de Intel, numerosos proveedores suyos se han instalado en el país. Además se ha provocado un entusiasmo por la industria de software con más de 35 empresas, algunas con oficinas en otros países. La relación entre Intel y la Universidad ha sido muy estrecha, con profesionales suyos en docencia y con las crecientes expectativas de los estudiantes de incorporarse a una industria de punta a su egreso”. (El Diario; “La apuesta de Costa Rica”; 2 de febrero de 2000)
Fue una conversación muy instructiva. Tomé conocimiento cómo un estadista actúa cuando se propone un alcanzar un logro para su país. Parte de ella la grabé, en el artículo publicado hice un resumen de ella. Le envié el artículo al Ingeniero José María Figueres, lo que agradeció con mucha deferencia.
Sin embargo, hubo algo lamentable. Yo sabía que Intel había considerado a Chile como un país conveniente para localizar su planta, pero el gobierno del Presidente Frei no manifestó mayor interés en realizar las gestiones del caso. Pensé que se había perdido una excelente oportunidad de avanzar en este campo de tan amplia posibilidades, como ha quedado demostrado en los últimos años.
Otro viaje realizado dio origen a otro artículo. También, con referencia a sus posibilidades de crecimiento económico. Aludo a Cuba y al turismo, primera fuente de obtención de divisas del país. Actividad en la cual participaban, en la fecha, unas 300 mil personas y que constituía un sector privilegiado de la fuerza de trabajo cubana. En 1999 habrían visitado la isla 1,7 millones de personas de ultramar y proyectaban recibir a 7 millones para el 2010. Ello implicaba una enorme inversión calculada en 6 mil millones de dólares anuales. Era la mejor alternativa para aliviarla situación de semi pobreza de la mayoría de la población. Por el lado político, se plantean serios interrogantes:
“El turismo es una actividad compleja. Es inevitable el contacto entre la gente del país receptor y los visitantes. Y en ese contacto se intercambian bienes, ideas, simpatías, antipatías, informaciones, actitudes, valores. En cuanto a Cuba surge una interrogante: ¿podrá el sistema político cerrado, altamente ideologizado, absolutamente vertical, resistir la influencia de mentalidades abiertas, críticas y democráticas?”
Por el lado social el turismo ya impactaba a la estructura social:
“El turismo ha dividido a la sociedad cubana en dos áreas monetarias, la del peso y la del dólar. En un área existe abundancia, en otra escasez. En una esplendor en otra pobreza. Son teóricamente áreas paralelas que no se tocan. Cuando ello sucede se está en el terreno de lo ilegal, y para que lo ilegal no se extienda se necesita mucha policía y represión. La existencia de estas economías paralelas genera en el ánimo de los cubanos, por la vía de lo que los economistas llaman “efecto de demostración”, una situación políticamente explosiva. Y genera para el ánimo de los visitantes con sensibilidad humana, un sentimiento de irritación moral”. (El Diario; “El turismo en Cuba”; 13 de octubre de 1999)
Yo he visitado después de esta primera vez en otra dos ocasiones la isla. No es el caso narrar acá todas las historias vividas, pero vale la pena mencionar algunas. En la puerta de la Iglesia catedral de La Habana se ponen mendigos que piden limosna, pero en inglés, “one dollar please”. En otra ocasión en que debía estar cinco días se me ocurrió la mala idea de pedir en una fuente de soda un jugo de frutas. Para mi desgracia no era sólo jugo de frutas sino que venía con agua de la llave (o canilla). Estuve dos días con tremenda diarrea. Concurrí a una farmacia y no tenían medicamentos. Al segundo día cubanos del seminario a que asistía me dijeron que fuese al hermoso Hotel Presidente, estatal. Ahí hay una pequeña oficina con medicamentos norteamericanos. Así lo hice y descansé tranquilo, a partir del tercer día.
Entre los numerosos temas publicados en los años 1999 y 2000 quiero destacar, por último, tres de ellos.
En dos colaboraciones, publicadas en los mese de julio y agosto de 1999, me refiero a la importancia que tiene para la vida democrática de un país una densa y vigorosa sociedad civil o, como la llamo “el tercer sector”.
“El conjunto de organizaciones gubernamentales forma “el sector público” en tanto que el conjunto de organizaciones con fines de lucro forma “el sector privado”. Las organizaciones sin fines de lucro o de poder político forman “el tercer sector” o sector social”.
Después de destacar que los que acceden a este tipo de organizaciones están motivados por algún aspecto de la realidad social o del desarrollo personal destaco que en ellas:
“El modo cómo se administra la realización de tareas se vincula a esta clase de partícipes. Donde el compromiso impregna la actividad la disciplina se fundamenta menos en la autoridad que en el autocontrol. Las relaciones personales son más fluidas, menos jerárquica, más horizontales, de mayor compañerismo y, seguramente, más satisfactorias que en otros tipos de organización.
El desarrollo social se vería muy beneficiado con la existencia de un numeroso tercer sector, con organizaciones poderosas, bien estructuradas, que fueran eficientes en el cumplimiento de sus objetivos” (El Diario; “El tercer sector”; 4 de agosto de 1999)
El patrón de desarrollo adoptado por el país favorece, en teoría, la conformación de una sociedad civil compleja, ya que el Estado ha dejado de ser responsable único de la política social y los partidos políticos ya no ejercen su dominio tradicional sobre los movimientos sociales. Por tanto, existe mayores espacios y más autonomía para su despliegue.
“Lo diferente que sucede en las sociedades modernas es que las organizaciones voluntarias se multiplican…Muchas de ellas se estructuran con gran solidez administrativas, manejan importantes presupuestos, reciben el apoyo en dinero de variadas fuentes y el trabajo gratuito de gran cantidad de personas….
Sólo cuando existe en un país una gran cantidad de organizaciones eficientes y eficaces que persigan objetivos específicos en los órdenes de la solidaridad, el altruismo, el mejoramiento de las personas y de la convivencia social, se puede hablar de una sociedad civil fuerte y plural. Una tal sociedad civil estaría en situación de jugar un rol decisivo en la solución de los grandes problemas sociales cuando el Estado no puede hacerlo eficientemente por sí mismo” (El Diario; “La sociedad civil”; 21 de julio de 1999).
De los numerosos artículo publicados, que no he mencionado en esta selección algo arbitraria, quiero terminar el intento mencionando a tres de ellos. El primero se refiere a un tema que me ha interesado en los últimos tiempos. Está, como siempre, vinculado a mi vocación por los aspectos sociales del desarrollo económico y social. Se trata de lo que en inglés se denomina con la expresión knowledge-based economy and society. En un artículo más largo que los habituales trato de responder a la pregunta:
“¿Qué significa que una economía y una sociedad estén fundadas en el conocimiento? Digamos que tal expresión alude al fenómeno evidente de que el conocimiento y la información se han convertido en factores decisivos para la producción de bienes y servicios; y al hecho de que están cambiando la estructura y el funcionamiento de la sociedad. Afectan la división internacional del trabajo, son determinantes para la competitividad de las economías, generan nuevos patrones de crecimiento así como nuevos productos, ocupaciones y medios de subsistencia.
Dado que las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) son tecnologías genéricas (atraviesan todos los sectores), impactan y modifican a la economía y a las actividades sociales. Son los medios para el avance de la sociedad del saber y sirven de correa de trasmisión para generar, divulgar, y compartir conocimientos, datos, informaciones, comunicaciones a todos los niveles sociales. Se puede decir que las TICs han liberado un enorme potencial económico y social. En una economía fundada en el saber el valor de sus productos está dado por el conocimiento a ellos incorporados, por tanto difiere del valor del bien material o del servicio de la economía industrial.
Knowledge-based economy and society significa una economía y una sociedad dotadas tanto de la capacidad para generar y capturar el conocimiento como de la capacidad para absorber y usar efectivamente tanto el saber existente y la información como a las mismas TICs”(El Diario; “La economía basada en el saber”(30 de agosto 2000)
El domingo 12 de diciembre de 1999 se realizó la primera vuelta de la elección presidencial, en la que Ricardo Lagos (47,95%) y Joaquín Lavín (47,51%) obtuvieron las primeras mayorías. El balotaje se realizó el domingo 16 de enero de 2000. Ricardo Lagos se impuso por un margen relativamente estrecho (51,31% versus 48,69%). Como no podía ser de otra manera la atención del país estaba pendiente de este acontecimiento. Yo escribí en relación a esto dos artículos, uno después de la primera vuelta en la que participaron seis candidatos y otro publicado tres días después de la votación definitiva.
El primer artículo estaba orientado a responder a la pregunta ¿Qué determina la decisión del ciudadano? En esta particular elección el elector tenía tres posibilidades: votar por Lagos, por Lavín o por ninguno. Después de señalar los resultados de la los estudios de sociología política de los países desarrollados que establecen correlaciones que permiten predecir tendencias afirmo:
“Conviven entre nosotros núcleos de personas que definen sus votos por intereses de clase (propiedad, ocupación, ingresos), con otros que se orientan por ciertos valores (asociados generalmente a la religión) que atraviesan las divisiones de clases, con algunos que aún conservan las ideologías políticas típicas del industrialismo, y con una gran masa (hombre medio) que define su voto en función de lo que consideran lo mejor para su situación personal y familiar”.
Termino al artículo: “El hombre común nombrará al próximo Presidente de la República en una decisión subjetiva, igualitaria y libre. Rogamos que no se equivoque. La suerte de muchos depende de ello.” (El Diario;”La gente común tiene la palabra”; 21 de diciembre de 1999)
En el segundo artículo, que el periódico publicó a todo lo ancho de la página en seis columnas aunque menos altas de lo habitual, junto con señalar que:
“El proceso electoral recién concluido ha dejado numerosas enseñanzas que las elites deberán analizar si quieren avanzar con firmeza hacia el acortamiento de las distancias (o desigualdades) que las separan de la gente”
Insisto en que los chilenos desean progresar en paz dejando atrás los dolorosos traumas políticos:
“…Progresar en paz es un manifiesto a favor de la acción, pero de una acción rigurosamente eficiente. Significa soslayar el conflicto social en torno a principios básicos de la vida en común y dejarlo subsistente sólo en torno a los aspectos secundarios o instrumentales de la convivencia. El anhelo de progresar en paz no es una declaración de quietud o indiferencia social a todo evento; es una preferencia por la paz sólo en la circunstancia del progreso”.
En la primera frase de este artículo saludo el resultado de la elección:
“La elección de Ricardo Lagos como Presidente de la República es para el país una gran oportunidad para dar un salto adelante en su desarrollo económico y social”
Termino el artículo señalando que:
“Tanto por el proceso económico y político del país, como por su calidad personal, Ricardo Lagos en condiciones de convertirse en un gran Presidente. Une a su vocación de servicio público la sabiduría de quién enriquece la acción con el pensamiento. Hombre de estos tiempos, concilia su sensibilidad de izquierda con la rigurosidad del análisis intelectual. Desde esta columna le deseamos, para bien del país y el suyo personal, que esta gran posibilidad que quedó confirmada el domingo se convierta n brillante realidad”. (El Diario; “Una gran posibilidad”; 19 de enero de 2000).
Aquí termina mi excursión por lo que fue mi experiencia en los medios periodísticos impresos. La primera etapa estaba marcada por la convivencia en dictadura. Por tanto, el contenido de mis colaboraciones se vinculaba con la coyuntura política y social. La segunda etapa, de transición a la democracia, el contenido se correspondía más con mis intereses intelectuales. No obstante, ellos siempre han estado ligados al proceso social y político.
Mi actividad intelectual en el terreno de artículos de divulgación se encaminó al regreso de mi trabajo en Europa, en el 2005, a la publicación en Internet. Dos sitios web acogieron estas colaboraciones. Uno basado en Chile y el otro en Costa Rica. Aparte de eso yo mismo he creado tres blogs que aún están vigentes. Sobre todo ello me explayo en otra sección de este libro.










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